BERLINALE 2025 Berlinale Special
Crítica: Je n’avais que le néant – "Shoah" par Lanzmann
por Fabien Lemercier
- BERLINALE 2025: Guillaume Ribot firma un cautivador documental making-of de la gran obra de Claude Lanzmann, entre película de investigación y transmisión excepcional de la memoria

“Hacer esta película fue una batalla larga y difícil (…) Mi conocimiento era nulo, no tenía la menor idea de cómo proceder.” Al sumergirse en las 220 horas de metraje de Shoah (1985), la obra maestra de Claude Lanzmann, y dar voz directa al cineasta (fallecido en 2018) a través de la lectura de extractos de su libro La liebre de la Patagonia (2009), el documentalista francés Guillaume Ribot se embarcó de lleno en una operación sumamente delicada, ya que el tema radical de la obra original podría haber resultado aplastante.
Sin embargo, Je n’avais que le néant – "Shoah" par Lanzmann, que ha sido presentada en la sección Berlinale Special de la 75.ª Berlinale, logra posicionarse en un punto muy preciso, a caballo entre la modestia (no se trata de rehacer Shoah, sino de mostrar cómo se hizo) y el respeto total por su implacable tema de fondo (“la radicalidad de la muerte”), y todo ello al mismo tiempo que, de manera indirecta, contribuye a la construcción de la memoria y al acto de transmisión. Al revivir el rodaje de Shoah, el largometraje no solo ilumina una aventura cinematográfica fuera de lo común, sino que también nos lleva a revivir la historia en el presente al desvelar la travesía épica de aquel que buscaba “ojos que hubieran visto” lo impensable.
Guillaume Ribot nos sumerge en una verdadera película de investigación que sigue, desde 1973 en adelante, los pasos de Claude Lanzmann cuando este comienza a entrevistarse con supervivientes de los campos de exterminio (“no entendía casi nada de lo que me decían, eran fragmentos rotos por el terror”). De continente en continente, de Nueva York a Polonia (Treblinka, Sobibór, Chełmno), los viajes se suceden y los años transcurren; Lanzmann se esfuerza en delimitar su objeto de estudio (“la muerte en sí misma, no la supervivencia”) e identificar su piedra de Rosetta, encontrar a los últimos testigos para encarnar la verdad acerca de la muerte en las cámaras de gas (los Sonderkommandos judíos), así como a los verdugos (criminales y burócratas) y a los aldeanos que presenciaron de cerca estos trágicos acontecimientos. Se trata de un trabajo incesante que combina el periodismo de investigación con el propósito de sacar a la luz palabras reprimidas. Ribot revela las facetas ocultas de esta labor: las estrategias de Lanzmann, que se van perfeccionando (pasaportes falsos y cámara oculta para confrontar a los verdugos y “aprender a engañar a los que engañan”), sus dudas (“¿qué mensaje queremos transmitir?”), sus dificultades de financiación, sus errores (“mi vigilancia se iba desgastando”), su puesta en escena (el maquinista de la locomotora —alquilada a precio muy alto— con sus 60 vagones imaginarios) y sus cuestionamientos filosóficos.
Más allá de las imágenes inéditas de Shoah que pone a disposición del público, Guillaume Ribot firma un extraordinario documental del making-of en el que se adapta perfectamente al tema, que no es otro que la búsqueda cinematográfica de un director que intenta abolir la distancia entre pasado y presente, “atormentado por todas esas personas” y decidido a “resucitarlas o matarlas una segunda vez para que no mueran solas”. Se trata de un magnífico homenaje anclado en una película apasionante, que puede servir tanto de complemento como de introducción a esta obra maestra y eterna que es y seguirá siendo Shoah.
Je n’avais que le néant – "Shoah" par Lanzmann ha sido producida por Les Films du Poisson y Les Films Aleph, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de mk2 Films.
(Traducción del francés)
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