Crítica: How to Be Normal and the Oddness of the Other World
por Susanne Gottlieb
- BERLINALE 2025: En su primer largo, Florian Pochlatko se sumerge en la cabeza de una joven neurodivergente que lucha por encajar en un papel social predeterminado

“El viejo mundo está llegando a su fin para dar entrada a una nueva realidad que lucha por nacer; ha llegado el momento de los monstruos.” Estas son las palabras de Antonio Gramsci que aparecen al comienzo de How to Be Normal and the Oddness of the Other World [+lee también:
tráiler
entrevista: Florian Pochlatko
ficha de la película], la ópera prima de Florian Pochlatko. El mundo que está agonizando, o que quizás incluso ya está muerto, no es otro que el de Pia (Luisa-Céline Gaffron). “En un mundo de posibilidades ilimitadas, he decidido estar enferma”, es el mensaje casi alegre que transmite la protagonista al espectador. La joven, a la que ingresaron en un hospital psiquiátrico de Viena en el que le diagnosticaron ansiedad y un trastorno de personalidad, está a punto de recibir el alta. “Curada” sería una forma de describirla, pero estable y saturada de pastillas parece ser una mejor descripción de su estado. Debe regresar a casa, vivir con sus padres, Elfie (Elke Winkens) y Klaus (Cornelius Obonya), y aprender a desenvolverse en un mundo que, por encima de todo, valora precisamente eso: la funcionalidad.
La película del cineasta austriaco Pochlatko, que se ha estrenado en la sección Perspectives de la 75.ª Berlinale, constituye una obra cinematográfica impresionante. El mérito es increíble, ya que no solo se trata del debut en el largometraje del director, sino que también es el primer largometraje del director de fotografía, Adrian Bidron, que aporta un lenguaje visual rico y multifacético. Pochlatko evita el camino trillado del drama contundente y se inspira en sus propias experiencias con la medicación y en conversaciones con pacientes para sumergirse de lleno en la perspectiva de Pia, de modo que muestra sus episodios, visiones y temores a través de una amplia gama de formatos de aspecto en constante cambio, gradaciones de color oníricas y secuencias editadas de forma vertiginosa.
Existe una línea muy fina entre victimizar a quienes tienen un diagnóstico neurodiverso y romantizarlos como individuos iluminados capaces de romper con el ciclo vicioso de la normatividad social. Pochlatko sigue sin rodeos a Pia mientras ve hombres sospechosos con trajes por todas partes, sueña con su amor perdido, Joni (Felix Pöchhacker), y se marchita intelectualmente en el trabajo de oficina que su padre ha arreglado para ella en su empresa de impresión. Sus fantasías no solo incluyen agentes secretos al estilo de Men in Black, secuencias de huida llenas de acción que se inspiran en Misión imposible y un doble de Ed Sheeran en una fiesta, sino que muestran también a Harald Krassnitzer como un investigador imaginario llamado Moritz, lo cual traza divertidos paralelismos con su larga trayectoria en la serie Tatort.
Sin embargo, hay una pregunta que se torna ineludible: ¿acaso esta monotonía, este esfuerzo por encajar, no es similar a la experiencia anestesiada de una persona neurotípica? “Un día te despiertas y te preguntas si las cosas van a ser así para siempre” suena como algo con lo que cualquiera podría sentirse identificado. A lo largo de la película, la narrativa cambia con frecuencia a los padres. Elfie cuestiona el sensacionalismo de los documentales para los que presta su voz en off y no tarda en dar la sensación de estar al borde del agotamiento. La empresa de Klaus está a punto de ser absorbida por un gigante corporativo, y lo único que puede hacer él es sonreír y aguantar marea. La necesidad de mantener la compostura es tan enfermiza como ceder ante la crisis. Pero el hecho de funcionar a pesar de ello, para guardar las apariencias, parece ser la prioridad.
La película no pretende ofrecer una respuesta sencilla sobre cómo mejorar las cosas. En su lugar, Pochlatko tiene la intención de tender puentes para comprender a las personas neurodiversas y destacar que dejar la medicación, como Pia intenta hacer en una fase posterior, puede empeorar aún más la enfermedad.
How to Be Normal and the Oddness of the Other World ha sido producida por la austriaca Golden Girls Filmproduktion & Filmservices, y la distribución internacional de la película corre a cargo de la francesa Alpha Violet.
(Traducción del inglés)
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