Crítica: On vous croit
por Aurore Engelen
- BERLINALE 2025: Charlotte Devillers y Arnaud Dufeys presentan un retrato de una madre que se enfrenta a la justicia mientras intenta proteger a su hijo

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ficha de la película], de Arnaud Dufeys y Charlotte Devillers, se ha estrenado a nivel mundial en la nueva sección Perspectives de la 75.ª Berlinale, dedicada a los primeros largometrajes de ficción. Esta proyección marca el regreso a Berlín del cineasta belga Dufeys, que ya presentó su cortometraje Un invincible été en la sección Generation el año pasado. En cambio, para Charlotte Devillers, enfermera de profesión, este es su primer proyecto cinematográfico, pero su amplia experiencia trabajando con jóvenes y familias afectadas por el incesto y los abusos sexuales no ha hecho sino contribuir significativamente al enfoque narrativo adoptado por el dúo de cineastas.
On vous croit se inicia con la llegada de Alice (Myriem Akheddiou) y sus hijos (Ulysse Goffin y Adèle Pinckaers) al tribunal. Lo primero que nos transmiten sus rostros es que están al borde del colapso, a punto de quebrarse. Tienen una cita con la jueza de familia, y pronto comprendemos la situación, que gira en torno a la incomprensión de la madre ante la aparente indiferencia del sistema judicial y la desesperación de los dos niños, atrapados en un círculo vicioso en el que se les obliga a repetir una y otra vez los mismos hechos. Los tres han sido convocados a petición del padre (Laurent Capelluto), que cuestiona el comportamiento de la madre y desafía su derecho de custodia. La espera previa a la audiencia ilustra la brutalidad sistémica de una institución que los obliga a compartir la misma sala con un padre que pronto será señalado como el violador. Se hace todo lo posible por otorgar valor probatorio tanto a sus testimonios coherentes y el peso de las palabras como a las patologías del hijo. El proceso sigue intensificándose a medida que avanza la película, hasta que el tiempo cotidiano parece detenerse en el momento en que son llamados a la audiencia en el despacho de la jueza. Uno tras otro, los abogados de los niños, del padre y de la madre, y luego el propio padre, toman la palabra, hasta que finalmente se le permite hablar a Alice, la madre. Esta concesión no sería posible si no fuera por la ficción, que la encuadra en primer plano, como un acto de reparación, un espacio protegido donde, por fin, están obligados a escucharla detenidamente.
Porque es la calidad de la escucha lo que la película pone en tela de juicio, y lo hace a todos los efectos. Primero, mostrando con frecuencia a los personajes escuchando —especialmente a Alice—, dejando que la acción y el discurso se desarrollen fuera de cámara. Luego, imponiendo las palabras de Alice, otorgándoles la plena atención que solo la gran pantalla puede brindar y adaptándose al tiempo real de un testimonio en el tribunal. Y, por último, evitando que los niños tengan que volver a reproducir el trauma en sus mentes al recontar su historia una vez más para beneficio de la ficción, pues cada repetición constituye una forma de revivir la violencia sufrida.
Con una encomiable economía de medios (la película se ha realizado en el marco del programa de producciones ligeras del Centro de Cine y Audiovisual de la Federación Valonia-Bruselas), On vous croit centra su atención en lo esencial, que no es otra cosa que la apertura de un espacio para testimonios incómodos pero fundamentales para comprender la problemática en torno al incesto y el abuso sexual. La película, que se ve impulsada por interpretaciones impecables (la actuación de Myriem Akheddiou es tan sutil como poderosa, en contraste con la habilidad oratoria de los abogados, interpretados por profesionales reales) y una puesta en escena elocuente (en la que el tribunal de cristal simboliza la violencia del sistema que desgarra a las familias), otorga a las palabras su pleno significado y aprovecha todo el poder de la ficción para encarnar y generar identificación, ofreciendo así al espectador una experiencia verdaderamente transformadora.
On vous croit es una producción de la belga Makintosh Films, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de The Party Film Sales.
(Traducción del francés)
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