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BERLINALE 2025 Panorama

Crítica: Dreamers

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- BERLINALE 2025: El primer largo de Joy Gharoro-Akpojotor, sobre un romance entre dos mujeres negras en un centro de detención para inmigrantes, tiene buenas intenciones pero se queda a medio camino

Crítica: Dreamers
Ronkę Adékoluęjo (izquierda) y Ann Akinjirin en Dreamers

La feminista negra y lesbiana Audre Lorde considera el amor sáfico un acto revolucionario: “El amor entre mujeres es único y poderoso porque hemos tenido que amar para poder vivir; el amor ha sido nuestra supervivencia”. Este acto esencial de autopreservación se convierte en el epicentro de la relación entre las dos protagonistas de Dreamers, el primer largometraje guionizado y dirigido por Joy Gharoro-Akpojotor. La película acaba de celebrar su estreno mundial en la sección Panorama de la 75.ª Berlinale y marca un giro en la trayectoria de Gharoro-Akpojotor, conocida hasta ahora como productora y por su trabajo previo en cortos.

Isio (Ronkę Adékoluęjo), una migrante nigeriana sin documentación, trabaja durante dos años en el Reino Unido, hasta que es detenida y recluida en el temido centro de expulsión de Hatchworth. Rápidamente desarrolla una estrecha relación con su simpática pero estricta compañera de habitación, Farah (Ann Akinjirin), que le enseña las reglas del centro: no confiar en los guardias y evitar a las “matonas” que residen en ese lugar. Descubrimos que Isio ha huido de su país después de que su madre se enterase de que era lesbiana, pues allí las relaciones entre personas de un mismo sexo están severamente penalizadas. Esta situación lleva a una cadena increíblemente oscura de dolorosos sucesos que culminan en su huida. Isio se ve asaltada por sueños de luces rojas que parecen una ceremonia de baile. Mientras tanto, su relación con Farah se vuelve más profunda y florece un romance entre ambas a pesar de que van a ser deportadas si sus apelaciones fracasan.

A pesar de su prometedor concepto, Dreamers emerge como un drama principalmente dirigido al gran público que falla a la hora de profundizar en la interioridad de Isio, su caso o su personalidad. Los diálogos a menudo resultan forzados y autoritarios, contrastando con un ambiente cinematográfico en el que predominan los pequeños rayos de esperanza que emergen de entre un trasfondo de miedo y oscuridad. En un momento de la película, la nueva amiga de Isio, Atefeh (Aiysha Hart), una migrante iraquí, presenta un monólogo sobre lo que nuestra protagonista debería hacer, diciéndole al espectador exactamente cómo asimilar la historia en lugar de permitirle que infiera el subtexto de su conversación.

Una de las primeras escenas en la película es una agresión transfóbica en una cafetería, estableciendo aún más el tono de hostilidad del ambiente, donde nuestra protagonista encuentra consuelo y amistad en Farah, Atefeh y la vigilante Nana (Diana Yekinni), de Ghana. El funcionario del caso interroga a Isio preguntándole si ha tenido relaciones con un hombre, implicando que esto “invalida” su identidad lésbica. Este encuentro sirve como un ejemplo perfecto de los estándares absurdos a los que se somete a los migrantes. En este sentido, Dreamers resulta efectiva al reiterar la paradoja innata de las políticas migratorias de la Europa actual: se promociona el humanitarismo, pero solo es accesible para aquellos que puedan “demostrar” su sufrimiento dentro de los márgenes burocráticos.

La fotografía de Anna Patarakina y las representaciones visuales de Dreamers están repletas de simbolismo, como luces rojas que indican peligro y contraluces de colores que en un principio resultan atrayentes y, más adelante, adquieren una connotación intrusiva. Por lo general, el reluciente estilo visual de la película hace que la obra se sienta más como un drama con una producción muy pulida y cuidada que como el relato ligeramente más crudo que pretende ser. Aunque un personaje afirma que “el lugar se desmorona”, el entorno visual es limpio, preparado y ordenado, resultando inverosímil.

Resulta evidente y admirable que Gharoro-Akpojotor intenta crear una utopía dentro de una distopía, revelada mediante un amor imposible. Sin embargo, ni el poder liberador del amor sáfico ni las implicaciones más profundas del centro se exploran debidamente. Dreamers se sostiene gracias a la química entre sus dos protagonistas, pero no logra compensar los defectos. Por el contrario, No Hard Feelings [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Faraz Shariat
ficha de la película
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, ganadora del Teddy Award y dirigida por Faraz Shariat (Berlinale Panorama 2020), destaca por su enfoque más perspicaz sobre el amor queer entre migrantes en Europa, con parte de su historia situada en un campo de refugiados.

Dreamers es una producción británica de Quiddity Films y BBC Films. The Yellow Affair, con sede en Helsinki, posee los derechos de sus ventas internacionales.

(Traducción del inglés por Paula Esteban)

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