Crítica: Circusboy
por Marta Bałaga
- BERLINALE 2025: En el documental de Julia Lemke y Anna Koch, que obtuvo una mención especial en la sección Generation Kplus, el espectáculo debe continuar, pero principalmente fuera del escenario

Todo el mundo odia el circo hoy en día, ¿verdad? Falso. En el tierno documental Circusboy [+lee también:
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ficha de la película], que ha sido galardonado con una mención especial en la sección Generation Kplus de la Berlinale (leer la noticia), Julia Lemke y Anna Koch vuelven a explorar un entorno que nadie conoce realmente, pero sobre el que todo el mundo tiene una opinión. El mundo en el que enfocaron su anterior trabajo las cineastas fue el del rodeo, y lo hicieron a través de Glitter & Dust [+lee también:
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ficha de la película], que giraba en torno a la vida de jóvenes aspirantes a vaqueras. Ahora es el turno de un circusboy, literlamente.
El pequeño Santino parece tenerlo todo bastante claro; el circo es su hogar, el único que ha conocido, tanto él como sus padres y abuelos. Nadie cuestiona esto en la película, y nadie tiene la intención de irse, al menos no desde que su abuela tuvo que despedirse de su casa hace muchos años. Ahora, todos tienen su caravana y, antes de que nos demos cuenta, estarán ya de camino.
Lemke y Koch no ignoran las críticas que recibe el circo —las acusaciones de maltrato animal se abordan de inmediato—, pero su objetivo no es hacer un comentario mordaz sobre lo que significa el circo en la actualidad o si aún tiene cabida en el mundo. Su verdadera intención no es otra que mostrar cómo es crecer dentro de él, tal como lo hace Santino. Es una película dulce sobre la familia y para la familia. Aquí, los trapecistas, bailarines y payasos pasan a un segundo plano.
Lo cierto es que el hecho de que la familia de Santino sea tan excepcionalmente cálida y afectuosa ayuda. No tienen reparos en expresar sus sentimientos —subir a un árbol puede valer un “¡Baja, que no puedo vivir sin ti!”—, siempre están juntos y escuchan con atención las historias de los demás. A veces, el espectador puede llegar a sentir incluso celos. Tal vez tanta amabilidad oculte tras de sí la simple realidad de que el mundo del circo es bastante duro. Actuar es lo de menos; lo verdaderamente extenuante es trasladarse constantemente, montar el escenario y clavar las estacas del gran toldo. “Somos trabajadores, somos artistas… Hacemos de todo”, dice el abuelo de Santino. Aun así, parecen disfrutarlo, aunque todos son perfectamente conscientes de que la próxima generación lo tendrá aún más difícil.
Si los padres de Santino ya lo pasan mal para llegar a fin de mes, los hijos tendrán que pelear todavía más. En cualquier caso, parecen decididos a seguir adelante a pesar de todo, quizá también por motivos relacionados con el pasado de la comunidad nómada. Es el tipo de vida que siempre ha tenido que enfrentarse al rechazo, a las sospechas e incluso a la violencia, incluso durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo van a renunciar a ello, si a otros les costó la vida?
Lemke y Koch no pasan por alto estas revelaciones más sombrías, pero tampoco olvidan a su público objetivo, así que, cuando las historias se tornan demasiado trágicas, recurren a la animación. Estas escenas, creadas por Magda Kreps y Lea Majeran, suavizan algunos momentos sin restarles profundidad ni negar el sufrimiento. Porque sí, hay mucho dolor en el circo, eso es innegable, pero también hay alegría, y la mayor parte proviene de estar juntos, ya sea bajo la carpa con palomitas o cuando el público ya se ha ido. Este no es lugar para ermitaños.
Circusboy ha sido producida por la alemana Flare Film, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de Pluto Film.
(Traducción del inglés)
Galería de fotos 17/02/2025: Berlinale 2025 - Circusboy
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© 2024 Dario Caruso for Cineuropa - dario-caruso.fr, @studio.photo.dar, Dario Caruso
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