Crítica: Minimals in a Titanic World
por Roberto Oggiano
- BERLINALE 2025: El primer largometraje de Philbert Aimé Mbabazi Sharangabo es un melodrama que narra las alegrías y las penas de un grupo de jóvenes en la capital de Ruanda

Minimals in a Titanic World, que ha sido presentado en la sección Forum de la última Berlinale, es el primer largometraje de Philbert Aimé Mbabazi Sharangabo. La película narra la historia de un grupo de jóvenes de Kigali, la capital de Ruanda, poniendo el foco en Anita (Aline Amike), la protagonista, que aspira a convertirse en cantante. La cinta comienza con la salida de la cárcel por parte de Anita tras una agresión, y poco a poco se va desvelando la trama: la muerte reciente de su pareja Serge, la amistad con su compañero de piso Shema… Se trata de una historia sencilla, rodada con un estilo muy convencional que se inspira en las tendencias que se ven actualmente en las series de televisión: planos medios de corta duración, luces de colores, cámara lenta, etc. Algunas escenas siguen a la protagonista en primera persona con cámara en mano, como si fuera un documental. Los hechos se van contando sin demasiada continuidad, deteniéndose en ciertos rituales (un funeral, una boda, escenas de baile) que se convierten casi en videoclips musicales dentro de la propia película, con una carga emocional excesiva que a veces resulta difícil de digerir. Las secuencias son muy breves, todo está acelerado y, por lo tanto, no se llega a profundizar más allá de la superficie en ningún momento. Anita busca el éxito, demuestra tener un carácter fuerte y se ve obligada a enfrentarse al patriarcal modus operandi de la industria musical ruandesa.
Sin embargo, la esfera social en la que se mueve Anita solo se esboza; no llegamos a ver el mundo titánico al que se hace referencia en el título. Los personajes son meros estereotipos fuertemente marcados por su falta de profundidad. ¿Qué nos cuenta Minimals in a Titanic World sobre la sociedad ruandesa que no sepamos ya? ¿Quién es Anita y de dónde viene? No es más que un personaje sin historia. Algunas de las escenas de la película ofrecen pistas, pero nunca se desarrollan, de modo que quedan como meros esbozos de ideas —o bocetos, en efecto, elementos escritos sin rellenar—. Incluso el aspecto espiritual, que debería tener peso en la vida de los protagonistas, está tratado de forma superficial y acaba resultando paródico.
No es que Philbert Aimé Mbabazi Sharangabo no intente inventar nuevos enfoques, como cuando se ve a la protagonista a través de una ventana enrejada o cuando dos monjas intentan salir por una puerta, pero el problema es que el resultado termina siendo muy confuso, con el director mezclando escenas de gusto autoral europeo con montajes bruscos, incluso con algunos errores de continuidad. La ambición de la obra —fruto también del marco en el que ha sido presentada, una sección Forum que siempre se ha vanagloriado de su visión artística alternativa— impide considerar la película desde su lado más ingenuo. Todo en Minimals in a Titanic World es excesivamente solemne y, paradójicamente, difícil de tomar en serio. Verla es hacer una especie de diagnóstico de cierto tipo de cine contemporáneo, un cine que pretende transmitir astucia, hecho con pocos medios y aún menos ideas.
Minimals in a Titanic World es una producción de Imitana Productions (Ruanda) en coproducción con Iyugi Productions (Ruanda), Chromosom Film (Alemania) y Zili Studios (Camerún).
(Traducción del italiano)
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