Crítica: Odyssey
por Fabien Lemercier
- Gerard Johnson firma una nueva película de gran impacto, un descenso a los infiernos en los bajos fondos del sector inmobiliario londinense liderado por una impresionante Polly Maberly

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ficha de la película], ha quedado claro que el director inglés Gerard Johnson no se anda con rodeos y disfruta sumergiendo al espectador en el caos y los excesos del mundo moderno. Como no podía ser de otra manera, su nueva obra, Odyssey, que se ha estrenado a nivel mundial en la sección Visions del SXSW de Austin, no es una excepción. Sin embargo, esta vez el cineasta añade el toque picante de una protagonista femenina cuya violencia —inicialmente verbal—, instintos dominantes y ambición depredadora no tienen nada que envidiar a los de sus homólogos masculinos en un despiadado entorno capitalista donde la clave son las ventas, y todo ello con el sector inmobiliario como telón de fondo.
La implacable profesional Natasha Flynn (la excepcional Polly Maberly), que tiene la capacidad de transformar una vivienda de condiciones mejorables en un lujoso apartamento a través de su energía y sus palabras (“nunca decimos pequeño, decimos compacto”, “si está totalmente aislado, es semirrural, un lugar tranquilo”), dirige su propia agencia en Londres. La protagonista recorre la ciudad sin descanso, con el teléfono pegado a la oreja y soltando improperios en todo momento —excepto con los clientes, por supuesto—, y dirige con mano de hierro a su pequeño equipo (Jasmine Blackborow, Kellie Shirley y Charley Palmer Rothwell). Esta mujer, que se caracteriza por un insaciable hambre de éxito y la adicción a la cocaína y las fiestas desenfrenadas, está en realidad terriblemente sola, atrapada en la rutina de días frenéticos —con la excepción del yoga matutino— y noches de borrachera en clubes o en su frío y lujoso apartamento. Pero, sobre todo, se encuentra en una situación económica desesperada, ahogada en deudas —y acosada telefónicamente por sus acreedores— y a la espera de una fusión que la salve. Este callejón sin salida pronto se convierte en una espiral infernal cuando dos siniestros personajes nocturnos (Guy Burnet y Ryan Hayes), a quienes debe mucho dinero, la arrastran a un secuestro y un delito de detención ilegal. Al verse acorralada, Natasha decide recurrir a un viejo amigo, el enigmático Viking (el sueco Mikael Persbrandt)…
Al mezclar hiperrealismo (un retrato penetrante y volátil de los contrastes sociales en Londres, las despiadadas reglas del negocio inmobiliario, etc.) y estilización (con ecos de Winding Refn), Odyssey se abre paso entre los límites de la pesadilla al vertiginoso ritmo de una protagonista tempestuosa y belicosa que no logra salir de la trampa de su propia avaricia. Se trata de un thriller profundamente oscuro que explora con brutalidad la brecha entre el yo artificial y el yo profundo, una película que se deleita en su exploración de las sombras, y todo ello al son de la música omnipresente y altamente sugestiva de The The. La cinta no rehúye ningún tipo de exceso —ni siquiera el oculto—, y el camino hacia su desenlace dantesco difícilmente dejará al espectador indiferente.
Odyssey ha sido producida por The Electric Shadow Company y Stigma Films.
(Traducción del francés)
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