Crítica: La città proibita
por Vittoria Scarpa
- Con la mezcla de kung-fu, drama, romance y comedia de su película, Gabriele Mainetti ofrece un crisol de tonos, géneros y situaciones, a imagen del barrio romano en el que se ambienta

Mei irrumpe en escena como una furia. Quiere saber qué le ha pasado a su hermana, y cualquiera que se interponga en su camino lo pagará caro. Tiene la fuerza de la desesperación y un dominio extraordinario de las artes marciales, que practica desde niña, cuando su padre la entrenaba en el patio de su casa, en China. Ahora Mei es una mujer y se encuentra en el barrio más multiétnico de Roma, el Esquilino. No habla ni una palabra de italiano, pero se hace entender perfectamente a golpes de kung-fu —y gracias al traductor de voz de su móvil—. Su querida hermana mayor lleva tiempo desaparecida, y Mei está dispuesta a todo con tal de encontrarla.
La città proibita, la nueva película de Gabriele Mainetti, en cines italianos desde el 13 de marzo de la mano de Piper Film, comienza así, como una bomba. Tras una larguísima escena de lucha en la que Mei se enfrenta a todos (el personaje está interpretado por la doble de acción profesional Yaxi Liu, doble de Liu Yifei en Mulán), su camino se cruza con el de Marcello (Enrico Borello), un cocinero del restaurante de su familia, que también quiere saber qué le pasó a su padre Alfredo (Luca Zingaretti), que desapareció de la noche a la mañana y dejó tanto a él como a su madre Lorena (Sabrina Ferilli) sumidos en deudas. Y así, Hong Kong y Roma se fusionan, la comedia irrumpe en la acción y pasamos en un instante de los noodles a los rigatoni all’amatriciana, y todo ello mientras se nos revela progresivamente un inframundo criminal que explota a prostitutas e inmigrantes, dirigido por un lado por el Sr. Wang (Chunyu Shanshan), también restaurador en la zona del Esquilino (su local de comida china se llama justamente La città proibita), y por otro por Annibale (Marco Giallini), amigo de la infancia del “desaparecido” Alfredo y protector de Marcello y Lorena en su ausencia.
Para este tercer largometraje, Mainetti ha interrumpido su colaboración con Nicola Guaglianone (coautor del exitoso Le llamaban Jeeg Robot [+lee también:
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Sin embargo, La città proibita es mucho más que todo eso: drama familiar y comedia romana, amores que nacen y mueren, el cruce de pueblos y culturas, la política del hijo único en China, traiciones, emoción, intervalos musicales, cenas a la luz de las velas y paseos en Vespa por los Foros Imperiales al estilo de Vacaciones en Roma. La película es un crisol de tonos, géneros y situaciones, reflejo del barrio romano donde está ambientada. Como en su deslumbrante ópera prima sobre un superhéroe de barrio, Mainetti toma personajes ordinarios y reconocibles y los coloca en situaciones extraordinarias. Se confirman tanto sus dotes de dirección como su audacia a nivel de producción. Sin embargo, en sus dos horas y cuarto de duración, algunas divagaciones menos habrían hecho que el conjunto fuera más compacto, con mejor ritmo y probablemente más contundente.
La città proibita ha sido producida por Wildside (Grupo Fremantle), Goon Films. Piper Film se encarga también de las ventas internacionales.
(Traducción del italiano)
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