Crítica: American Sweatshop
por Olivia Popp
- Uta Briesewitz empieza su carrera en el largometraje con un debut protagonizado por Lili Reinhart que se adentra en los horrores de la moderación del mundo digital

“No es el tipo de cosas de las que quieres hablar en una primera cita”, dice Daisy, una aspirante a enfermera de 25 años (interpretada por la actriz estadounidense Lili Reinhart, más conocida por la serie de televisión Riverdale), sobre su agotador trabajo como moderadora de contenidos en Paladin Control, una empresa con nombre amenazador y sede en Tallahassee (Florida). Conocida por su trabajo en series estadounidenses como Jane the Virgin, Westworld, Stranger Things, Black Mirror y, más recientemente, Severance, la directora de fotografía y televisión alemana Uta Briesewitz da el salto a la dirección de largometrajes con American Sweatshop [+lee también:
entrevista: Uta Briesewitz
ficha de la película], su ópera prima. Con un guion firmado por Matthew Nemeth, la película sobre el lugar de trabajo titular y el misterio que allí se desarrolla tuvo su estreno mundial en la sección Narrative Spotlight del SXSW.
Como moderadores de contenido, un trabajo que recientemente ha irrumpido en el debate público por las cuestiones de la automatización y la inteligencia artificial, Daisy, su amiga Ava (la actriz portuguesa Daniela Melchior) y sus compañeros Bob (el actor estadounidense Joel Fry) y Paul (el británico Jeremy Ang Jones), se ven obligados a tomar decisiones en fracciones de segundo sobre los vídeos denunciados, basándose en normas y directrices que cambian constantemente. Presionados para alcanzar sus cuotas mensuales, reciben todo tipo de contenidos extraños reportados por los usuarios, mientras que algunas grabaciones son realmente explícitas y espeluznantes. Daisy se desmaya después de ver lo que parece ser un vídeo real de tortura, pero los otros creen que es solo un clip fetichista simulado. Su creciente obsesión por el vídeo, cuyas horripilantes imágenes se cuelan en sus sueños y en su vida cotidiana, la lleva a intentar localizar a la persona que lo ha realizado. ¿Se trata de un acto heroico o solo de una venganza mal orquestada?
A pesar de sus intentos por mantenernos al borde del asiento, American Sweatshop resulta extrañamente contenida, presentando los ingredientes de un thriller de venganza, pero sin atreverse a llegar hasta el final. Red Rooms, del director canadiense Pascal Plante, sería un ejemplo de una exploración mucho más apasionante de la obsesión por los contenidos audiovisuales oscuros. Esto se debe al guion, que nunca aborda directamente la naturaleza delicada de la censura digital o el llamado Salvaje Oeste de la esfera virtual: el hecho de que realmente no tenemos una forma clara de trazar la línea entre lo “apropiado” y lo “inapropiado”, mientras que los que están en el poder son quienes deciden.
En cambio, el guion se pliega a diálogos ligeramente absurdos y a decisiones de personajes que parecen arbitrarias: “¿Qué coño te pasa?”, le pregunta la jefa de Daisy (la actriz alemana Christiane Paul), blandiendo una copia impresa del vídeo de una mujer saltando de un edificio de 20 plantas. El guion también está marcado por un sentido del humor seco y sardónico, a veces incómodo: por ejemplo, Ava le resta importancia al desmayo de Daisy, calificándolo de rito de iniciación en la empresa, y dice que una decapitación borrosa “no está tan mal”. Al mismo tiempo, el papel de Daisy como justiciera parece poco desarrollado, contrarrestando la segura actuación de Reinhart con motivaciones que surgen de la nada.
Sin embargo, Briesewitz y el director de fotografía Jörg Widmer toman algunas decisiones de dirección interesantes, como enmarcar el vídeo en cuestión como un reflejo en los ojos de Daisy. De este modo, podemos reconstruir las acciones basándonos en el título de la película y en los fragmentos visuales, sin que la cineasta pida a los espectadores que actúen también como moderadores de contenido. Briesewitz también logra equilibrar el aspecto de la vida en pantalla con la vida cotidiana de Daisy de forma natural, infundiéndonos una ligera sensación de miedo ante lo que podríamos encontrar a continuación, ya sea en la película o en la vida real, mientras navegamos por Internet.
American Sweatshop es una producción de las alemanas Baltimore Pictures y Elsani & Neary Media GmbH, coproducida por Elsani Film GmbH. Myriad Pictures se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.