Crítica: Yvon
por Fabien Lemercier
- Marie Tavernier pinta un retrato fragmentado, apasionante y sensible de un autodidacta que se ha pasado 43 años de su vida trabajando para la industria nuclear

"Cuando trabajaba clasificando residuos altamente radiactivos sin protección adecuada, al final del día sentía un hormigueo en las yemas de los dedos." Delante de la pantalla de su ordenador, en su modesta casita, el sindicalista Yvon, único protagonista del entrañable documental que lleva su nombre, dirigido por Marie Tavernier y presentado en la competición oficial del 47.º Festival Cinéma du réel, intenta poner en palabras la historia de su vida ("nadie me podrá quitar lo que estoy escribiendo ahora"). Los recuerdos afloran, los pensamientos se articulan y, de vez en cuando, los sueños se cuelan en el relato de una carrera obrera en el corazón de una industria especialmente peligrosa y angustiante. El largometraje construye poco a poco un retrato elíptico, conmovedor y muy íntimo de este hombre.
"Nuestros jefes gestionaban el trabajo en función de las dosis (...) Hablábamos de las dosis que habíamos recibido, las comparábamos." Al rememorar la atmósfera opresiva de los edificios de los reactores, los incómodos trajes de protección, los sofocantes cascos ventilados, Yvon va desgranando su trayectoria laboral (de las centrales de Tricastin a Fessenheim, pasando por Saint-Laurent-des-Eaux) en el mundo de la subcontratación para la limpieza nuclear, regido por la espada de Damocles del rem (unidad de medida de la radiación ionizante que produce el mismo efecto biológico que una dosis absorbida de rayos X convencionales), con la amenaza constante de "no acabar fritos". Saca a la luz las fallas de seguridad de las condiciones laborales del pasado (con riesgos sanitarios aterradores a largo plazo), los entresijos de una vida solitaria marcada por desplazamientos prolongados lejos de la familia, el perfil de marginados sociales de los trabajadores contratados por esta industria, y su iniciación autodidacta en los círculos sindicales… Este escritor en ciernes tiene mucho que contar, y además le gusta hablar. Su introspección frente a la cámara nos transporta también, poco a poco, hacia una infancia dolorosa...
Al entrelazar este recuerdo de juventud con su inmersión en el sistema de subcontratación de los trabajos más ingratos del sector nuclear ("exponer a los trabajadores en la plaza del mercado, palparlos, juzgarlos, quizá elegir a algunos y enviar a otros al matadero") —tema que Rebecca Zlotowski abordó en clave de ficción en Grand Central [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Rebecca Zlotowski
ficha de la película] (2013)—, Marie Tavernier encuentra un enfoque narrativo sumamente pertinente. Al otorgar una lúcida dimensión metafórica de lucha de clases a un documental que combina una gran sencillez (el autorretrato de un hombre entrañable y sin pretensiones) con un montaje hábil (imágenes de archivo de la construcción de centrales, pequeñas secuencias de respiro en el día a día del protagonista, entrelazamiento temporal entre recuerdos y vivencias personales y profesionales), la cineasta logra documentar el tema nuclear de forma reveladora, artesanal y creativa. Pero, sobre todo, rinde un hermoso homenaje a un ser profundamente humano que busca libertad en un mundo que se empeña en invisibilizar tanto la contaminación como la descontaminación.
Yvon ha sido producida por La Société des Apaches, en coproducción con Lyon Métropole TV.
(Traducción del francés)
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