Crítica: Flophouse America
- El primer largometraje documental de Monica Strømdahl es una íntima y dolorosa mirada a un niño y sus padres atrapados bajo el yugo de la adicción

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ficha de la película], la fotógrafa y cineasta noruega Monica Strømdahl ofrece un retrato íntimo y sin concesiones de la vida en los márgenes de la sociedad estadounidense. Rodado a lo largo de tres años, su primer largometraje documental capta el complejo paisaje emocional de Mikal, un niño de 12 años que vive con sus padres en un motel ruinoso, uno de los muchos flophouses que se han convertido en trágicos símbolos de un sistema fallido. La película tuvo su estreno mundial en la competición DOX:AWARD del CPH:DOX, donde obtuvo una mención especial.
La cámara de Strømdahl se adentra en el estrecho y caótico mundo de la familia con una silenciosa capacidad de observación. Su presencia nunca se hace notar, lo que permite a sus protagonistas moverse con aparente libertad mientras se enfrentan a sus luchas cotidianas. El resultado es una experiencia visual profundamente personal y dolorosa, especialmente en los momentos de confrontación, autolesión y colapso emocional.
Los padres de Mikal, Tonya y Jason, están atrapados en las garras de la adicción. A pesar del claro amor que sienten por su hijo, son incapaces de liberarse del ciclo de abuso del alcohol y pobreza que conforma su realidad. De esta forma, asistimos a un aumento constante de las tensiones, sobre todo en la segunda mitad de la película.
Las numerosas cuestiones éticas que rodean este tipo de documentales (como la difusa línea que separa la observación de la explotación) son inevitables y están justificadas. Sin embargo, Flophouse America nunca cae en la “pornomiseria”. Por el contrario, muestra con honestidad y matices cómo el abandono sistémico, la precariedad económica y la falta de apoyo a la salud mental corroen los cimientos de la vida familiar. En este entorno desolador, Strømdahl encuentra frágiles momentos de ternura y resistencia, sobre todo en el propio Mikal, un niño obligado a madurar demasiado pronto, pero que aún se aferra a la esperanza.
Jason emerge como una figura particularmente conmovedora. Aunque menos consumido por la adicción que Tonya, es lo bastante lúcido como para comprender el declive de la familia y hace todo lo que puede (aunque de forma imperfecta) para apoyar a Mikal. Entretanto, una amable presencia felina, el querido gato de Mikal, se convierte en testigo silencioso de la agitación diaria, añadiendo una nota poética de calma en medio del caos.
El ojo fotográfico de Strømdahl es evidente en todo momento: sus composiciones son precisas y su control del tiempo, instintivo. La cineasta evita el sentimentalismo, pero nunca pierde de vista la profunda humanidad de sus personajes. Su retrato del mundo interior de Mikal, con su dolor, su fuerza y sus sueños de una vida más allá de las paredes del motel, logra anclar la película, convirtiéndola en un extraño y conmovedor relato de madurez nacido de la adversidad, que habla de los muchos “Mikals” que se enfrentan a problemas similares.
Ahora que Mikal ha cumplido 18 años y ha dado su aprobación, Flophouse America se revela no solo como un sorprendente logro creativo, sino también como testimonio de su trayectoria. Se trata de una poderosa llamada de atención y compasión, dedicada a los jóvenes vulnerables de todo el mundo.
Flophouse America es una coproducción entre Noruega, Países Bajos y Estados Unidos, producida por Fri Film, con la colaboración de Basalt Film. El agente de ventas Lightdox se encarga de los derechos internacionales.
(Traducción del inglés)
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