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Crítica: Lilies Not for Me

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- El primer largometraje de Will Seefried navega entre el romanticismo y el terror al tratar los experimentos para curar la homosexualidad a principios del siglo XX

Crítica: Lilies Not for Me
Fionn O’Shea y Erin Kellyman en Lilies Not for Me

Es un encuentro un tanto peculiar el que abre la ópera prima del director estadounidense Will Seefried, Lilies Not for Me, que, tras su estreno en el Festival de Edimburgo, se ha proyectado recientemente en la competición oficial de la 9.ª edición del Riviera International Film Festival de Sestri Levante (del 6 al 11 de mayo). Una enfermera y un joven paciente se sientan uno frente al otro, en una sala gris y vacía —pero ante una mesa cuidadosamente dispuesta con pan, queso y fruta, “para que parezca más real”— y fingen conocerse por primera vez y querer profundizar en su relación. En realidad, nos encontramos en un hospital psiquiátrico, y la “enfermedad” que sufre el hombre no es otra que la homosexualidad. Una condición que, en la Inglaterra de los años 20, algunos intentaban “curar” mediante inyecciones, terapias y simulaciones de citas con el sexo opuesto —como la que vemos—, pero también a través de espantosos experimentos de trasplante de genitales, ya que se creía que la atracción por personas del mismo sexo era un fenómeno exclusivamente físico, no mental, y que, por tanto, el cuerpo debía ser adecuadamente “liberado”.

Seefried, que también ha escrito el guion —basado en hechos reales—, nos ofrece un viaje a los límites más extremos del horror en uno de los capítulos más oscuros de la historia de la homofobia y de la propia humanidad. “¿Cómo empezó todo?”, pregunta Dorothy, la empática enfermera interpretada por la actriz británica Erin Kellyman, a su tenaz paciente, Owen (el actor irlandés Fionn O’Shea, ganador del premio IFTA por su papel en la serie Normal People), obligado contra su voluntad a someterse a este absurdo tratamiento “para convertirse en un hombre sano”. El recorrido que llevó a este sensible escritor gay en paz con sus impulsos sexuales desde su idílica vida en el campo hasta esta institución fría y deshumanizada se reconstruye a través de una serie de flashbacks que se entrelazan de forma dinámica con el presente a lo largo de toda la película (a través de un montaje preciso a cargo de Julia Bloch).

Todo comienza como una historia de amor prohibido, llena de emoción y poesía (según el tráiler, de los productores de Call Me By Your Name [+lee también:
tráiler
Q&A: Luca Guadagnino
ficha de la película
]
). Owen recibe la visita de un antiguo compañero de clase, Phillip (el británico Robert Aramayo), con quien, quince años atrás, compartía una atracción mutua. El ahora médico Philip, que se muestra visiblemente incómodo con su propia orientación sexual, le comenta a su viejo amigo la existencia de una posible cura para personas como ellos. Pero este interés por la investigación parece pasar a un segundo plano cuando los dos deciden dar rienda suelta a su pasión (“primero, quiero saber qué se siente al estar juntos”), lejos de todo el mundo y en plena naturaleza. Su idilio termina con la llegada de un hombre solitario y desesperado (Nicholas Pauling), que sin quererlo participa en los perversos experimentos de Phillip y luego en los de otro joven llamado Charles (el alemán Louis Hofmann), lo que acaba por romper el frágil equilibrio entre los dos amigos, custodios y cómplices de un secreto inconfesable.

No todo resulta verosímil en esta película (por ejemplo, la prisa con la que se lleva a cabo la cirugía, que es fundamental para la trama), pero lo cierto es que logra conectar con el espectador gracias a las intensas interpretaciones de sus protagonistas, al interesante contraste entre belleza y horror, y a la impactante historia real que revela: el médico que realizaba trasplantes de testículos en aquella época con el fin de corregir la orientación sexual (el fisiólogo austriaco Eugen Steinach) fue nominado nada menos que seis veces al Premio Nobel antes de que su trabajo fuera finalmente desacreditado.

Lilies Not for Me ha sido producida por Wolflight Films (con sede en Los Ángeles y Ciudad del Cabo), Paradise City UK y Memento (Francia), que también se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del italiano)

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