email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

INDIELISBOA 2025

Crítica: Río abajo, un tigre

por 

- El primer largometraje de Víctor Diago es una mirada onírica a la vida de una mujer española en Glasgow mientras vaga por la ciudad, cámara en mano

Crítica: Río abajo, un tigre
Júlia Diago en Río abajo, un tigre

A Júlia (Júlia Diago) le gusta fotografiar a desconocidos en puentes, utilizando una vieja cámara analógica. Le atrae el simbolismo del concepto: dos objetos discretos unidos por un tercero que permite distinguir entre los elementos, representando simultáneamente un dualismo y un monismo. Como es originaria de Barcelona, se trata de una metáfora acertada de su vida en Glasgow, donde se las arregla lavando platos por la noche, mientras ella misma actúa como puente entre mundos discretos que coexisten en su interior. Esta es la base de Río abajo, un tigre, la ópera prima del guionista y director Víctor Diago, quien también ha trabajado como montador de series de televisión y películas. La obra participó en la competición internacional del IndieLisboa, donde tuvo su estreno mundial.

Sin embargo, Río abajo, un tigre comienza con una enigmática interacción. Mientras está en la cama, Júlia le pide a un hombre, Shubham (Shubham Kirbe), que le cuente una historia de su infancia en la India: cuando fue perseguido por un tigre mientras cruzaba un puente en un bosque. La sensación de ser acechado nunca desaparecía, transformándose en otra metáfora de la película: la necesidad de estar siempre en guardia, o de sentir en todo momento que algo peligroso se cierne sobre nosotros.

Júlia se mueve por diversos escenarios mientras la cámara capta lo que ve como una observadora silenciosa, aunque no teme interactuar con su entorno. Los habitantes de Glasgow charlan alegremente con ella mientras continúan con sus actividades cotidianas. La película presenta, por ejemplo, a una familia que practica la pesca con imán, y la secuencia en la que Júlia se relaciona con ellos tiene una cualidad marcadamente documental.

El director de fotografía Dani Benejam retrata estas interacciones como si fueran ajenas a Júlia, o como si ella estuviera separada de ellas; no necesariamente en un sentido negativo, sino de una forma que resalta su distancia. Solo cuando conoce a Shubham, otro forastero, es capaz de conectar a un nivel más profundo. Benejam también aporta una intensa sensación onírica gracias a la textura ligeramente granulada de la imagen, con Júlia constantemente encuadrada en planos medios o primeros planos, como si la cercanía del encuadre intentara cerrar esa brecha emocional.

Diago intercala secuencias de películas históricas de la Biblioteca Nacional de Escocia, dejando visibles las marcas del material de archivo. Esta se convierte en una elección memorable que actúa como homenaje al archivo y, al mismo tiempo, demuestra que muchas cosas permanecen iguales, sugiriendo cómo gran parte de Glasgow existía antes de su llegada y antes de que pudiéramos ser testigos de ella. Una secuencia sorprendente contrapone imágenes de Júlia en el transporte público con un vídeo de archivo que casi parece haber sido filmado en los mismos segundos. El intento de trascender el tiempo no siempre funciona a la perfección, pero la integración del metraje cinematográfico nos obliga a reflexionar sobre lo que significa entrar en un espacio y retratarlo. Tal vez estemos creando un puente entre dos mundos mientras lo hacemos, parece decir Diago.

Río abajo, un tigre es una producción de la española Boogaloo Films, mientras que The Open Reel se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy