CANNES 2025 Quincena de los Cineastas
Crítica: Her Will Be Done
por Fabien Lemercier
- CANNES 2025: Julia Kowalski juega a las brujas con una película feminista muy estilizada, que mezcla maliciosamente realismo documental e imaginación fantástica

“Mi madre se arrodilló ante Satanás. Tenía el mal dentro de ella, y yo también lo llevo dentro.” Bienvenidos al universo profundamente provocador de Que ma volonté soit faite [+lee también:
entrevista: Julia Kowalski
ficha de la película], el viscoso —y al borde del colapso psicológico y psicodélico— nuevo largometraje de Julia Kowalski, que ha contaminado la Quincena de los Cineastas del 78.º Festival de Cannes. Pero no os dejéis engañar por la fachada, ya que, bajo las apariencias de un viaje místico y desenfrenado al estilo de Kenneth Anger que te teletransporta al corazón de una campiña francesa embarrada y filmada en toda su banalidad, esta segunda película de la directora francesa de origen polaco —ya reconocida por Crache cœur [+lee también:
tráiler
ficha de la película], su primer largometraje, y J’ai vu le visage du diable (presentado en la Quincena en 2023, y ganador del premio Jean Vigo y el Gran Premio en la competición nacional de Clermont-Ferrand), su cortometraje— constituye una obra de liberación femenina.
"Tú que estás en el fuego, tú que quemas y purificas, dame una nueva vida, seas quien seas.” La obediente Nawojka (Maria Wróbel), que se encuentra atrapada en la granja familiar entre un padre polaco afectuoso (Wojtek Skibiński) que quiere retenerla en casa para protegerla de los —enigmáticos— demonios que se llevaron a su madre, y dos hermanos mayores “con muy pocas luces” (Przemyslaw Przestrzelski y Kuba Dyniewicz) que la hostigan con brusquedad, sueña en vano con internarse en una escuela veterinaria que queda a 50 kilómetros. También reza mucho, convulsionando por las noches en su cama para resistirse a las oscuras tentaciones que la asaltan, y se pasa los días cuidando de un rebaño de vacas que la mantiene atrapada en la monotonía. Pero entonces aparece Sandra (Roxane Mesquida), una joven de reputación escandalosa que ha venido a vender la casa contigua a la de sus padres fallecidos e irrumpe con mucha fuerza en el ordinario universo de Nawojka. Y, por si fuera poco, sucede algo más: el rebaño empieza a ser diezmado poco a poco por una misteriosa epidemia...
“Nadie se creería una palabra de lo que ocurrió”, “Es un juego.” Al aprovecharse de los códigos del cine fantástico y de terror (llamas, hechizos malignos, bosques, extrañas masas blanquecinas, etc.) con gran radicalismo artístico (16 mm, zoom, flashes oníricos, efectos artesanales en los fotogramas) y mezclarlos con un estilo muy cercano al documental, Julia Kowalski logra construir una obra híbrida y extraña —que, por momentos, roza el descarrilamiento narrativo— con una atmósfera absorbente (cabe destacar el gran trabajo cromático del director de fotografía Simon Beaufils y la música de Daniel Kowalski). Bajo su envoltorio de realismo satánico febril, la película, que culmina con una memorable escena de boda desenfrenada, lanza sobre todo una feroz denuncia de la masculinidad tóxica (con una “caza de ciervos” regada de vodka que inician los grotescos personajes interpretados por Jean-Baptiste Durand y Raphaël Thiéry). Ecos lejanos de Defensa y El exorcista se entremezclan así en un largometraje que invoca sortilegios y se sumerge en el corazón oscuro del deseo femenino. Y que así sea, pues.
Que ma volonté soit faite ha sido producida por Grande Ourse Films (Francia) y coproducida por Venin Films (Francia) y Orka Film (Polonia). Las ventas internacionales de la película corren a cargo de WTFilms.
(Traducción del francés)
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