16/05/2025 - CANNES 2025: El thriller sobre inteligencia artificial de Yann Gozlan puede haber arruinado el propio concepto de la residencia de artistas

Cécile de France en Dalloway

¿De verdad creéis que la inteligencia artificial no sustituirá a las personas por sus emociones, creatividad y “sensibilidad”? Pensadlo otra vez, idiotas, parece decir Yann Gozlan en su nuevo thriller, Dalloway [+lee también:
tráiler
ficha de la película], que resulta realmente divertido a pesar de su sombría premisa. Se trata de una propuesta de género presentada en las proyecciones de medianoche de Cannes, pero cuenta con un presupuesto mayor y un diseño de interiores elegante, así como con una magnífica interpretación de Cécile de France, que logra salvarla de algunas tonterías ocasionales. Actúa como si su vida dependiera de ello, vestida con ropa discreta pero nunca realmente cómoda. Lucha contra demonios y voces que podrían estar en su cabeza o controlar su inmaculado apartamento. A menudo se subestima el trabajo de los actores en películas que se adentran en el terreno de lo extraño, pero esta es una auténtica actuación en solitario.

La protagonista es Clarissa, una escritora de literatura juvenil que en su día tuvo éxito y que ahora está completamente bloqueada (como ocurre siempre en las películas). En realidad, lleva mucho tiempo bloqueada, por lo que decide inscribirse en una residencia de lujo para concentrarse en un libro sobre los últimos momentos de Virginia Woolf. Al principio, no está muy claro por qué, pero su simpática “asistente virtual”, Dalloway, acaba por sonsacárselo. Al igual que Woolf, el hijo de Clarissa también se suicidó. Y hay cosas sobre aquellos momentos finales que ella nunca se ha atrevido a afrontar.

En parte drama sobre el duelo, en parte sátira sobre la insistencia en desarrollar inteligencia artificial, a pesar de que todos sabemos que no terminará bien, Dalloway se mantiene a flote gracias a su contención. Clarissa apenas sale de su apartamento; luego ya no puede hacerlo, aunque tampoco tiene adónde ir. Las cámaras la siguen a todas partes, hay algo raro en el agua y la paranoia va en aumento. Como es habitual en estos casos, los personajes secundarios solo existen para hacerla dudar o confirmar sus sospechas, con la excepción de Lars Mikkelsen, que al menos logra robar algo de vino.

A pesar de su estética brillante, y de la seductora voz de la cantante Mylène Farmer, que pone voz a Dalloway (como hizo Scarlett Johansson en Her), todo es profundamente sombrío. Incluso cuando parece que las cosas van bien, Gozlan no tarda en sugerir que un “hogar inteligente” es demasiado inteligente para el bienestar de cualquiera. Puede encargarse de la compra y reproducir melodías de Arvo Pärt, pero cada día va un poco más lejos. Al principio, es pasivo-agresiva cuando Clarissa se salta su clase de yoga; luego se desata e intenta freírla viva. En cierto modo, es una historia sobre una relación tóxica donde una parte ejerce el control, pero no pone el foco en una pareja que poco a poco traspasa límites invisibles, sino en la tecnología.

Por otra parte, aquí nadie es inocente. Los niños, y los artistas, siguen pidiendo dinero, los filántropos tienen agendas ocultas y los empresarios engreídos sueñan con un mundo sin “artistas y su introspección”. Clarissa quiere volver a la cima; busca un nuevo tipo de respeto como escritora. Cuando empieza a profundizar en su propio infierno personal, ¿es realmente culpa de la máquina o necesita a alguien a quien culpar? Es difícil saberlo. Mientras tanto, “no compartas tu vida personal con la IA”.

Dalloway es una producción de Gaumont y Mandarin & Compagnie (Francia), junto con Panache Productions, La Compagnie Cinema y Anga Productions (Bélgica). Gaumont gestiona las ventas internacionales. 

(Traducción del inglés)

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Yann Gozlan, Cécile De France, Anna Mouglalis, Freya Mavor
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