CANNES 2025 Quincena de los Cineastas
Crítica: Classe moyenne
por Fabien Lemercier
- CANNES 2025: Antony Cordier y sus entregados actores se divierten en una repentina y fiera batalla entre ricos y pobres arbitrada por un joven idealista que desafía a su propia clase

"Cada uno tiene sus métodos." Antony Cordier ha irrumpido en la 57.ª Quincena de los Cineastas del 78.º Festival de Cannes con Classe moyenne [+lee también:
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ficha de la película], una sátira ambientada en una lucha de clases que se recrudece bajo el sol verano, con el tono descarnado y lúdico de la comedia francesa de estilo “teatro de pequeño formato”, que combina la farsa y el bisturí sociológico. La película constituye una inmersión que ofrece a sus siete intérpretes la oportunidad de dar rienda suelta a sus instintos, en una espiral de conflictos que va creciendo hasta desbordarse en excesos cada vez más incontrolables a lo largo de cinco días.
“Su trabajo, stricto sensu, es estar a nuestra disposición mientras estamos allí”. Más allá de su molesta afición por las locuciones latinas, el abogado Philippe Trousselard (Laurent Lafitte) encarna a la perfección el prototipo del materialista acomodado y sumamente cínico. En su lujosa casa de vacaciones, situada en lo alto de una colina aislada, pretende disfrutar de absolutamente todo: desde cangrejos de río nadando hasta vinos selectos, pasando por una piscina infinita, un solárium suspendido, un huerto ecológico y electrodomésticos de última generación. A su lado se relajan su esposa Laure (Élodie Bouchez), una actriz famosa cuya carrera está algo estancada, y su hija Garance (Noée Abita), que ha invitado a su nuevo novio, Mehdi (Sami Outalbali), un joven idealista de origen humilde que ha sido el mejor de su promoción en Derecho.
Una pareja de cuidadores, Nadine (Laure Calamy) y Tony (Ramzy Bedia) Aziz, así como Marylou (Mahia Zrouki), su hija de 20 años, viven en la planta baja y se dedican al cuidado de la casa (desde la limpieza hasta los trabajos ocasionales). El decorado está listo, los personajes esbozados en sus identidades sociales antagónicas (con Mehdi como “tránsfuga de clase”) y... ¡empieza la guerra! Una sucesión de humillaciones (“—Tienes que pensar un poco”, “—Mis palabras han ido más allá de mis pensamientos”, “—¿En qué estás pensando?” ) lleva a Tony al límite, y los Trousselard deciden poner fin abruptamente a su relación profesional con los Aziz. Pero los Aziz no lo ven así: “¿De verdad creen que pueden despedirnos así, sin más?”. Entre negociaciones, provocaciones, golpes bajos y orgullo, la tensión aumenta rápidamente y de forma irracional...
El engranaje narrativo de Classe moyenne, que ha sido adaptado por el propio director y Julie Peyr a partir de un guion de Jean-Alain Laban y Steven Mitz, resulta tremendamente eficaz y ferozmente divertido, alimentado por atajos significativos, palabras tan hirientes como los actos y una sucesión sostenida de peripecias que rozarían lo burlesco si no fuese porque se insertan en un relato social bastante realista —aunque pasado por un espejo deformante—. Ante familias aparentemente unidas, dinámicas de ataque-defensa y la codicia como motor generalizado, la inocencia apenas tiene cabida y, tal vez, los “enemigos naturales” no sean tan enemigos después de todo. Se trata de una observación demoledora que todo el reparto saborea, y que aporta ese regusto ácido a una película que, no obstante, navega por aguas relativamente mainstream, raramente transitadas por la Quincena en los últimos tiempos.
Classe moyenne ha sido producida por la francesa Cheyenne Federation y coproducida por la belga Umedia. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de France tv Distribution.
(Traducción del francés)
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