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CANNES 2025 Competición

Crítica: Alpha

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- CANNES 2025: Después de Titane, Julia Ducournau vuelve con una agotadora y extraña parábola sobre el sida que ni siquiera es lo suficientemente extraña

Crítica: Alpha
Mélissa Boros en Alpha

Estaba claro que no iba a ser fácil repetir el éxito de Titane [+lee también:
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, la divertida y provocadora película que le valió a Julia Ducournau la Palma de Oro en 2021. Para algunos, fue una victoria “polémica”, empañada por la hilarante metedura de pata de Spike Lee durante la ceremonia, pero Titane fue sin duda uno de los títulos más comentados de aquel año, una obra llena de energía y descaro. Esa energía, sin embargo, ha desaparecido.

Alpha, que marca el regreso de Ducournau a la competición principal del Festival de Cannes, es un desconcertante desastre, lleno de decisiones inexplicables. La joven Mélissa Boros tiene dificultades para interpretar a la protagonista adolescente, mientras que la elección musical resulta ensordecedora. El dolor, la culpa y una epidemia compiten por la atención en una trama que tropieza una y otra vez consigo misma. Aun así, conserva una cierta rareza, lo cual la salva en parte, junto con la interpretación de Tahar Rahim en el papel del tío drogadicto de la chica, Amin. Está tan comprometido como Christian Bale en El maquinista [+lee también:
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, esquelético y nervioso. Es una lástima que no disponga de mejores herramientas para trabajar.

Antes de que haga su aparición, Alpha (Boros) vive con su madre médica (Golshifteh Farahani) y, aunque apenas tiene 13 años, ya sale de fiesta. Una noche, después de recuperarse de una borrachera, aparece con un torpe tatuaje en el brazo. Su madre está aterrorizada, porque cree que Alpha podría haber “contraído” ese virus del que nadie quiere hablar, pero que todos temen.

Ducournau está intentando algo diferente, algo más lento y quizás más íntimo. Por suerte, no se desvía hacia el drama social: la excentricidad y el horror corporal siguen arraigados en su universo. El virus asesino, que remite a la epidemia del VIH/sida a través de los continuos susurros de Farahani sobre “agujas sucias”, convierte a las personas en estatuas de mármol. Se trata de una imagen intrigante, que sugiere que toda la sociedad se desmorona como un muro agrietado. Cada vez que se centra en esta idea, Alpha gana impulso, pero Ducournau no puede evitar volver a su joven protagonista y a esta problemática familia, lo que genera un nuevo juego de repeticiones.

Hay mucha expectación para que algo suceda, haciendo encajar todos estos elementos autodestructivos, pero el resultado es insatisfactorio: en un momento dado, toda la película está cubierta por un polvo naranja, como si estuviéramos en Blade Runner 2049 [+lee también:
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. Después de Titane, Ducournau probablemente podría haber hecho lo que quisiera, o incluso repetido su fórmula, pero optó por experimentar. Sigue estando del lado de los marginados y rechazados, condenados al ostracismo por su origen, adicciones o sexualidad, como la chica con gafas a la que empieza a gustarle Amin, un joven de ojos tristes, o el profesor de Alpha, interpretado por Finnegan Oldfield, contratado para citar a Edgar Allan Poe y llorar. No obstante, este “sueño dentro del sueño” es simplemente agotador. Es una pena ver a una directora de género tan dotada, capaz de provocar verdaderos sobresaltos y sorpresas, naufragar en una pretenciosidad autoral que ha plagado esta competición desde el inicio del festival.

Alpha es una producción de las francesas Mandarin et Cie y Kallouche Cinema, junto con la belga Frakas Productions. Charades se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)

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