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CANNES 2025 Quincena de los Cineastas

Crítica: Militantropos

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- CANNES 2025: El documental ucraniano de Yelizaveta Smith, Alina Gorlova y Simon Mozgovyi observa y explora las consecuencias psicológicas de la vida durante la guerra

Crítica: Militantropos

Uno de los pocos documentales seleccionados este año en la Quincena de los Cineastas de Cannes, Militantropos [+lee también:
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constituye un intento implacable de dar sentido social y psicológico a cómo los humanos (en este caso, los ucranianos) aprenden a vivir en tiempos de guerra. Militantropos, cuyo título conjuga etimologías antiguas, es el resultado de muchos años de esfuerzo colectivo por parte de los codirectores Yelizaveta Smith, Alina Gorlova y Simon Mozgovyi. La película comienza con un plano de un cielo plomizo, cargado de nubes, humo y ceniza, que pinta una imagen de desolación continua, mientras el fuego crepita a lo lejos y el sonido de las explosiones se transforma en un zumbido constante.

Un texto nos indica: “Militantropos es la personalidad que adoptan los humanos cuando entran en estado de guerra”. Por un lado, la mezcla de latín y griego enmarca esta experiencia humana como una historia tan antigua como el mundo; por otro, la idea de “persona” en latín remite a la máscara que llevaban los actores de teatro al interpretar un personaje. Esto no significa que la película sugiera o recurra a la artificialidad en su propuesta formal. Más bien, todo lo contrario: hay algunos intertítulos que explican diferentes aspectos de lo que es el “militantropos”, y aunque todos están formulados de manera filosófica, las imágenes que los acompañan son inflexibles y crudas. Smith, Gorlova y Mozgovyi presentan una especie de análisis tipológico de los efectos de la guerra en el individuo, pero sin llegar nunca a ser demasiado abstractos. “La guerra fractura al militantropos” o “el militantropos elige aceptar la guerra” son dos ejemplos de esas frases orientativas que aparecen sobre la pantalla negra, separando unas secuencias de otras.

Intuimos que realizar esta película de observación directa a través de un prisma tan psicológico pudo haber tenido un efecto reconfortante para sus creadores. Sus respectivas obras anteriores han sido premiadas en festivales como la Berlinale y DOK Leipzig, y su enfoque esperanzador sobre las consecuencias de la guerra y el trauma ayuda a anclar la película en una realidad vivida, al tiempo que proporciona la distancia necesaria (a través de los intertítulos) para permitir que la esperanza se abra paso.

Un proyecto así está destinado a ser un retrato coral, donde las tomas estáticas permiten que los rostros, las voces y las historias ocupen el lugar que les corresponde. A nivel sonoro, está incrustado el estruendo de los ataques enemigos, seguido por el ensordecedor silencio de las ruinas. En combinación con las imágenes, estos paisajes sonoros revelan la dulzura, de otro modo oculta, de lo que se muestra en pantalla. A veces, la cámara es tan estática que el encuadre recuerda a un bodegón.

Todo psicoanálisis de lo social debe dar cuenta del estado fracturado de este último, y Militantropos sirve como un gran ejemplo de ello: un intento cinematográfico de dar sentido a la muerte, el sufrimiento y la guerra, enfrentándose a todos ellos a la vez. Es una tarea aparentemente imposible, pero como nos muestra la película, no lo es para el pueblo ucraniano.

Militantropos es una producción de Tabor (Ucrania), coproducida por Mischief Films (Austria) y Les Valseurs Bordeaux (Francia). Square Eyes se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)

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