22/05/2025 - CANNES 2025: Combinando reflexiones personales y temas sociopolíticos, el documental de Déni Oumar Pitsaev captura a fuego lento su emotiva vuelta a sus orígenes

Imago [+lee también:
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ficha de la película], que ha sido seleccionada para la Semana de la Crítica de Cannes de este año, gira en torno a su director y protagonista de 40 años Déni Oumar Pitsaev, en su regreso a un valle georgiano fronterizo con su natal Chechenia, de la que se marchó cuando tenía apenas seis meses para enfrentarse a sus raíces y reencontrarse con su familia. Como Pitsaev no puede regresar a Chechenia por razones políticas, su madre le compró en 2017 un terreno en Pankisi, un enclave lingüístico y religioso habitado principalmente por chechenos que huyeron de la guerra y encontraron refugio en Georgia. Después de vivir en Kazajistán y Rusia, y de estudiar en Bélgica y Francia (donde reside actualmente), el cineasta consideró que este episodio merecía ser documentado. Así pues, Pitsaev incorporó algunos elementos de ficción —o, más bien, ligeramente manipulados— y decidió transformarlo en una película.

El documental presenta tanto el contexto político de la historia, que permanece en gran parte en segundo plano, como una perspectiva más personal, que ocupa un lugar central en la obra. Las personas con las que Pitsaev conversa (principalmente familiares y amigos) forman parte de un viaje introspectivo. Las conversaciones giran sobre todo en torno a sus experiencias personales y cómo estas se entrecruzan con dinámicas sociales y políticas más amplias. No obstante, una de las mayores fortalezas de Imago reside en su capacidad para mantener ese equilibrio sin recurrir a trucos fáciles ni a diálogos superficiales.

Uno de los temas más recurrentes de la película es el matrimonio y, por extensión, la cuestión de tener hijos. Desde su primo lejano Daoud, medallista olímpico de bronce en judo por Georgia, hasta su madre, muchos de los que rodean al protagonista expresan su preocupación por el hecho de que aún no haya sentado la cabeza. Esta dinámica probablemente resonará en los espectadores familiarizados con la presión de tener que justificar sus decisiones personales ante la familia, especialmente cuando esas decisiones no son fáciles de explicar. La relación del protagonista con sus padres —en especial la tensa conexión con su padre— constituye sin duda un eje central de la película. Irakli, un amigo local, parece ser el único capaz de comprender plenamente el conflicto interno de Pitsaev, lo cual da lugar a algunos de los momentos más conmovedores de la película.

Imago aborda temas complejos con un tono comedido, que va ganando intensidad de forma progresiva. No cabe duda de que se trata de una película de ritmo lento, que alcanza su punto álgido emocional en la parte final, cuando sale a la luz la tensión entre Pitsaev y su padre. El documental se percibe desigual —o, mejor dicho, ligeramente extenso— en algunos momentos, y lo cierto es que habría ganado con algunos cortes estratégicos. Los montadores Dounia Sichov (Retorno a Seúl [+lee también:
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ficha de la película]) y Laurent Sénéchal (nominado al Óscar por Anatomía de una caída [+lee también:
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ficha de la película]) han hecho todo lo posible por sacar el máximo partido a las magníficas imágenes de los directores de fotografía Sylvain Verdet y Joachim Philippe, pero hay algo que sigue sin encajar.

Resulta indiscutible que la película tiene mucho que decir, y también ofrece imágenes de gran belleza con las que atrae tanto a quienes se interesan por los contextos políticos como a quienes se sienten atraídos por narrativas íntimas en torno a la familia. Lamentablemente, acaba resultando poco accesible para un público más amplio y, aunque constituye una sólida propuesta para el festival, no deja de ser poco accesible para el gran público.

Imago ha sido producida por la francesa Triptyque Films, con la colaboración de la belga Need Productions como coproductora. Rediance se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)