CANNES 2025 Quincena de los Realizadores
Crítica: Mirrors No. 3
por David Katz
- CANNES 2025: Christian Petzold y Paula Beer continúan su colaboración, encontrando esta vez una sala de espejos en dos mujeres que comparten su dolor

A pesar de que sus tres últimos largometrajes transcurren en la actualidad, hay algo en el cine de Christian Petzold que parece encajar mejor cuando se sitúa en el pasado. Esto tiene que ver con tanto con el clasicismo de su enfoque como con su cinefilia, que le permiten inspeccionar y recrear la historia directamente, en lugar de limitarse a capturar su resonancia en tiempos contemporáneos. El cielo rojo [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Christian Petzold
ficha de la película], su anterior película, supuso un giro bienvenido hacia la comedia al estilo de Rohmer (acompañada de su habitual tensión y suspense), pero su nuevo trabajo, Mirrors No. 3 [+lee también:
entrevista: Christian Petzold
ficha de la película], que se ha estrenado en la Quincena de los Cineastas de Cannes, se percibe algo más apagado en comparación, así como previsible en sus giros argumentales, aunque todavía mantiene buena parte del estilo que caracteriza al director.
Mirrors No. 3, que toma su nombre de una icónica pieza para piano de Ravel, se sitúa aparentemente en el mundo real, pero está plagado de extrañas coincidencias y vacíos ilógicos. La habitual colaboradora Paula Beer interpreta a Laura, una estudiante de música con talento que arrastra un cierto “heteropessimismo”: la primera aparición en pantalla de su novio Jakob (Philip Froissant), en un plano inverso, es casi un susto, y su incomodidad con él se hace evidente cuando él —también estudiante de música— intenta presionar a un prestigioso productor de música electrónica con el que están socializando ese día para una colaboración. Laura le exige volver a casa, y ambos sufren un trágico accidente de coche en el que Jakob muere. Ante el inevitable trauma que sigue a los hechos, Laura es atendida por una misteriosa mujer mayor llamada Betty (Barbara Auer), que vive sola en una casa aislada junto a la carretera y es una de las primeras personas en encontrarse con los restos del accidente.
La facilidad con la que Laura se integra en la vida doméstica de Betty (ayudándola a pintar la valla del jardín, encajando a la perfección en la ropa vieja de su hija y demostrando un don para cocinar platos tradicionales alemanes) resulta inquietante, sobre todo para el marido de Betty, Richard (Matthias Brandt), y su hijo Max (Enno Trebs), que trabajan juntos como mecánicos y tienen una relación con Betty que podría describirse como “afectuosamente distante”.
Si bien es cierto que se dan pequeños pasos hacia una explicación o revelación, en lugar de eso, los miembros de este nuevo cuarteto se rodean con cautela, reflejando comportamientos y roles sociales y románticos entre sí, así como con otros personajes menos importantes de la historia, ya sean vivos o muertos. Minuto a minuto, cada uno de los nuevos detalles y datos —combinados con la cuidada disposición de los cuerpos en el encuadre, que a menudo evita los primeros planos más emotivos— aporta a la vez claridad narrativa y mayor ambigüedad. Con una mano ofrece la belleza musical de Ravel, y con la otra —cerrada y escondida detrás de la espalda— guarda el significado narrativo más claro, así es como trabaja Petzold.
Si lo que el cineasta pretende es hacer una reflexión política, el trasfondo de estatus alto que Laura podría asumir como concertista de piano clásico, en contraste con la posición proletaria de la familia y su deseo de poseerla o retenerla, puede tener cierta carga simbólica, sobre todo teniendo en cuenta la polarización social reflejada en las recientes elecciones alemanas, aunque es una resonancia leve que depende del grado en que el espectador quiera interpretarla.
Como ya se ha dicho, quizá resulte mezquino quejarse, teniendo en cuenta los encantos familiares de Mirrors No. 3, pero en esta primera —y tardía— aparición en Cannes, podría decirse que hay demasiado reflejo de los efectos que Petzold ha logrado en ocasiones anteriores con más fuerza —y con menor riesgo de caer en un sentimentalismo complaciente—.
Mirrors No. 3 es una producción alemana de Schramm Film - Koerner Weber Kaiser, en coproducción con ZDF y ARTE GEIE. Las ventas internacionales corren a cargo de The Match Factory.
(Traducción del inglés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.