CANNES 2025 Quincena de los Cineastas
Crítica: Yes
por David Katz
- CANNES 2025: Nadav Lapid se arma de valentía para intentar tomar la temperatura de Israel después del 7 de octubre, aunque desde su púlpito se haga algo complicado

En Yes, la nueva película de Nadav Lapid, los personajes parecen despojados de la capacidad de hablar (o simplemente no están dispuestos a hacerlo), tal vez sofocados por el horror que los rodea. Bailan con una agresividad intimidante; las emociones que normalmente se verbalizan, como la rabia, la pasión o el amor, son cantadas o golpeadas en las teclas de un piano, al estilo de Thelonious Monk. Entonces, en un gesto más cercano, el protagonista introduce comandos a cabezazos en su teclado iOS. Con Israel atormentado por el trauma tras el 7 de octubre, e imponiéndolo sin piedad sobre Gaza, Lapid probablemente ha captado lo que significa ser un civil acomodado que vive actualmente en Tel Aviv, la principal área metropolitana del país, ofreciendo una perspectiva más valiosa y reveladora de lo que muchos admitirían. Aunque un estreno en competición habría aumentado la tensión en torno a esta película, es sin duda una de las mejores obras del programa, y se ha estrenado en la Quincena de los Cineastas de Cannes.
Mientras que el protagonista de Ahed’s [+lee también:
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ficha de la película] tenía a su disposición todo el desierto del Néguev para proyectar su rencor, el protagonista de Yes (interpretado por Ariel Bronz, y también llamado Yud, en hebreo transliterado) opera en un espacio intelectual más claustrofóbico, desprovisto de la esperanza, libertad y flexibilidad del Yud de Ahed’s Knee, quien ya intuía que tenían los días contados. El hecho de pertenecer al reducido grupo demográfico de israelíes que no apoyan ferozmente la guerra ha despojado a Yud y a su esposa, Jasmine (Efrat Dor), de su condición de personas y de sus almas. Dependen de la élite para vivir, a quienes entretienen con su arte como bailarines experimentales, “animadores” de fiestas y, en ocasiones, acompañantes de lujo. La mamá y la puta, de Jean Eustache, es una influencia clave para Lapid, y teniendo en cuenta su duración de 150 minutos, Yes es su versión de esa historia, examinando la dinámica de una pareja moderna que lucha por mantener sus principios, encerrados en su modesto piso como padres primerizos en apuros, aunque las calles y el mundo exterior son aún más perturbadores.
El núcleo de la película es el sentido de sumisión de Yud: el ultimátum que se le impone para decir “Sí”. Los artistas de Israel se utilizan como herramientas de la hasbara (propaganda política) del país en momentos como este, aunque la guerra perpetua es la realidad del país. Como también es un compositor talentoso, su tarea (si quiere permitirse una vida cómoda de clase media y pañales para su hijo) consiste en ponerle música emotiva, pero elegantemente melódica, a un poema repugnante y chovinista que pide la aniquilación de Gaza.
En la segunda parte de la película, Yud adopta un enfoque de “método” para este trabajo, atravesando el breve diámetro del territorio israelí-palestino, desde el muro de separación en Cisjordania hasta el punto más cercano a Gaza al que puede llegar. Quizás está tratando de despertar el nacionalismo que probablemente le fue impuesto en su juventud y durante el servicio militar obligatorio (aunque mitigado por la conciencia moral de su difunta y adorada madre), e intenta conectar con la mentalidad del israelí promedio.
Los diferentes elementos que Lapid intenta unir no encajan con la misma fluidez que en Ahed’s Knee: las acrobacias de cámara de la primera parte parecen excesivamente ansiosas por impresionar, aunque finalmente lo consiguen, mientras que la película anterior tenía un enfoque y una clarividencia implacables que esta incómoda síntesis contemporánea no logra mantener. Sin embargo, en países como Francia, donde el director vive de forma permanente, las películas de Lapid no son solo arte, sino plataformas para un discurso real. En un festival donde muchas películas han adoptado el aspecto de columnas de opinión de periódicos escritas tras una crisis, la de Lapid es la más elocuente, asegurando futuros títulos.
Yes es una coproducción entre Francia, Israel, Chipre y Alemania, realizada por Les Films du Bal, Chi-Fou-Mi Productions, AMP Filmworks, Komplizen Film, ARTE France Cinéma y Bustan Films. Sus ventas internacionales corren a cargo de Les Films du Losange.
(Traducción del inglés)
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