Crítica: Dog of God
por Laurence Boyce
- El nuevo largometraje de animación llegado de Letonia, dirigido por Lauris y Raitis Abele, provocará estupor a los que busquen algo parecido a Flow

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ficha de la película] (que ganó el Premio LUX del Público, entre muchos otros galardones) ha demostrado que existen oportunidades para quienes no se ajustan al paradigma de los grandes estudios estadounidenses o del anime, evidenciando que incluso un pequeño país báltico puede tener un gran impacto a escala internacional. Estrenada mundialmente en la sección Escape from Tribeca del Festival de Tribeca, Dog of God, dirigida por los hermanos Lauris y Raitis Abele (cuyo anterior largometraje de acción real, Troubled Minds [+lee también:
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ficha de la película], se proyectó en la competición de óperas primas de Tallin), presenta un concepto atractivo para aquellos que buscan las últimas novedades de la animación letona. Sin embargo, hay que estar preparado para vivir una experiencia mucho más intensa y adulta de lo que cabría esperar.
Nos trasladamos al siglo XVII. Estamos en un pueblo sueco de Livonia. En medio de lluvias torrenciales y cielos oscuros, los campesinos se emborrachan junto a los aristócratas, que se entregan a los placeres de la carne. Mientras tanto, la casta religiosa, con una piedad hipócrita, los exhorta a moderar sus pecados. Cuando desaparece una antigua reliquia, una mujer es acusada de brujería, lo que provoca la llegada de un autoproclamado hombre lobo, también conocido como el ‘Perro de Dios’, con un regalo muy singular: “las pelotas del Diablo”. La comunidad se tambalea de inmediato; la locura comienza a descender mientras el hedonismo toma el control, y el pueblo se sumerge en una espiral de sexo y violencia, cuando se da rienda suelta al deseo y se olvida la moralidad.
Desde la primera escena, en la que vemos unos testículos siendo violentamente extirpados, seguida de una vaca defecando alegremente en un campo, queda claro que Dog of God va a ser un asalto a los sentidos. Utilizando la técnica de rotoscopia (que evoca la versión animada de 1978 de El Señor de los Anillos, dirigida por Ralph Bakshi), la película oscila entre el realismo sórdido y una explosión caleidoscópica de secuencias llenas de sexo, violencia o sueños alucinógenos. Esta técnica de animación aporta una cualidad táctil a esta historia animada, llena de inmundicia y depravación, inspirada supuestamente en el relato real de uno de los últimos juicios por licantropía, celebrado en 1692.
Con todo, esto no es un descenso total al abismo. Mostrando abiertamente otras influencias como Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores y Heavy Metal (la legendaria revista de cómics y película homónima), este largometraje animado también demuestra un gran sentido de la sátira, una lengua afilada (y, en el caso de un gato que aparece en la película, otra lengua en un lugar desagradable) y una suerte de procacidad celebratoria. Aunque Dog of God denuncia la hipocresía que caracteriza a gran parte de la sociedad (y, pese a tratarse de una fantasía histórica, hay muchas cosas que siguen siendo relevantes hoy en día), también celebra el poder perdurable del folclore y la forma en que los humanos pueden resistir, e incluso prosperar, frente a la opresión.
Aunque flaquea en algunos aspectos (el ritmo es ligeramente desigual, con una primera mitad bastante lenta que pronto intensifica la locura), estamos ante un espectáculo al estilo Grand Guignol que, en ocasiones, resulta emocionalmente audaz y descarado. Teniendo en cuenta que el término “animación letona” es actualmente una garantía en sí mismo, la película debería funcionar muy bien en el circuito de festivales, especialmente en encuentros centrados tanto en la animación como en el cine de género. Por otra parte, su naturaleza adulta y explícita podría dificultar su estreno en salas a nivel internacional.
Dog of God es una coproducción entre Letonia y Estados Unidos, producida por Tritone, con sede en Riga, y Lumiere Lab, con sede en Los Ángeles. La berlinesa Media Move se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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