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TRIBECA 2025

Crítica: Dragonfly

por 

- Brenda Blethyn y Andrea Riseborough protagonizan la película de Paul Andrew Williams sobre una viuda de avanzada edad que se acerca a su vecina

Crítica: Dragonfly
Andrea Riseborough (izquierda) y Brenda Blethyn in Dragonfly

En Dragonfly, la última película de Paul Andrew Williams, proyectada en la competición narrativa internacional del Festival de Cine de Tribeca y anunciada también como parte de las proyecciones especiales del próximo Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary (ver la noticia), Elsie (Brenda Blethyn) es una anciana viuda que vive sola. Tras sufrir un leve accidente, su hijo John (Jason Watkins), que vive lejos de ella, contrata a una asistenta para que la cuide en su domicilio. No obstante, su único vínculo humano significativo parece ser el que mantiene con su solitaria vecina Colleen (Andrea Riseborough), mientras que las mujeres que la cuidan resultan distantes, y su presencia obedece más a un deber que a una preocupación genuina. Colleen es una joven que parece tener dificultades para encajar en la sociedad y cuya única compañía es su pitbull de aspecto amenazador, hasta que entabla amistad con Elsie.

Dragonfly está rodada en 16 mm por la directora de fotografía Vanessa Whyte, una elección que captura maravillosamente el núcleo emocional de la historia. Su aspecto granulado hace que la historia parezca antigua y, al mismo tiempo, atemporal, mientras que la trama aborda un tema que trasciende las generaciones. Las personas mayores que se quedan solas, especialmente en entornos suburbanos como el que se muestra en la película, a menudo se sienten como una carga para sus hijos y cuidadores, lo que no hace más que intensificar su soledad. En una película como la de Williams, donde los matices emocionales son fundamentales, la interpretación de Riseborough es impresionante. Cada mirada, cada movimiento y cada palabra que pronuncia Colleen se transmite con una precisión extraordinaria, dando como resultado la que podría ser una de las interpretaciones más poderosas del año. Blethyn está igualmente convincente, aportando una tierna vulnerabilidad a su personaje. Su interpretación es discretamente devastadora y, en ocasiones, evoca a la Sara Goldfarb de Ellen Burstyn en Réquiem por un sueño, especialmente en las escenas en las que se sienta en silencio frente al televisor. En su desesperada búsqueda de compañía, está retratada con profunda humanidad, y la química natural entre ella y Riseborough es innegable.

Desde el punto de vista de la producción, la película se caracteriza por un enfoque minimalista e íntimo, que también resulta muy eficaz. Recuerda a obras británicas clásicas que abordan temas sociales, salpicadas de sutiles conflictos interpersonales que evocan el estilo de Mike Leigh (y no solo por el papel de Blethyn en su aclamada Secretos y mentiras). La repetición de acciones cotidianas crea un sentido de familiaridad con el público, hasta que la película rompe este ritmo con la tensión emocional que surge entre las dos mujeres.

Cabe destacar la decisión de mantener la dirección relativamente “anónima” o, más bien, “invisible”, posiblemente el enfoque más adecuado para una historia de profundidad tan discreta. El público se entromete sutilmente en la vida de estas mujeres, observando su soledad desde la distancia. De hecho, muchos movimientos de cámara se apoyan en el zoom, a veces ligeramente inestable, para reforzar la sensación de incomodidad y cercanía emocional.

Finalmente, el desarrollo lento conduce a lo que parece ser una conclusión breve y decepcionante, que paradójicamente es el aspecto menos convincente de la película. A pesar de la tensión que se va construyendo a lo largo de la historia, la resolución resulta vacilante y predecible. Lo que viene antes es mucho más cautivador y lleno de matices, lo que hace que el desenlace parezca, en cierto modo, un compromiso para complacer al público. En cualquier caso, la película es única en su género y sirve como un retrato discretamente poderoso de dos personajes memorables.

Dragonfly es una producción de las británicas Giant Productions y Meraki Films Ltd., mientras que sus ventas internacionales corren a cargo de Alliance Media Partner International.

(Traducción del inglés)

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