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ANNECY 2025

Crítica: Allah n'est pas obligé

por 

- Zaven Najjar firma una impactante adaptación de la novela de Ahmadou Kourouma sobre los problemas de un niño soldado atrapado en las guerras civiles de Liberia y Sierra Leona

Crítica: Allah n'est pas obligé

“Me llamo Birahima, tengo 12 años y no le tengo miedo a nada. Soy insolente como la baba de una cabra y pálido como un auténtico bastardo. Estoy maldito (…), os hablaré de mi puta vida”. Al decidir adaptar la excelente novela de Ahmadou Kourouma para su ópera prima de animación, Allah n'est pas obligé, el cineasta francés de origen libanés Zaven Najjar (conocido especialmente como director artístico de La Sirène [+lee también:
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ficha de la película
]
) se enfrentaba a un tema muy importante.

La complejidad geopolítica y el trasfondo inevitablemente violento del fenómeno de los niños soldado, en el corazón de las guerras civiles que asolaron Liberia y Sierra Leona entre 1989 y 2003 (con un saldo de 300.000 muertes, millones de desplazados y más de 50.000 niños reclutados), eran obstáculos delicados que el cineasta supera con maestría en una película cautivadora, edificante y conmovedora, presentada en competición oficial en la 44.ª edición del Festival de Annecy.

“Incluso tendrás una ametralladora, como en las películas americanas. Allí, los niños se hacen ricos como reyes”. Obligado por su abuela a abandonar su ciudad natal de Togobala, en Guinea, para reunirse con su tía en Liberia tras la trágica muerte de su madre enferma, el joven y turbulento Birahima cae bajo el hechizo de las hermosas palabras de su acompañante, Yacouba, que se hace pasar por brujo y hombre de negocios. Sin embargo, la aventura da un giro brutal y sangriento cuando el dúo es capturado por un grupo del NPFL (Frente Patriótico Nacional de Liberia), dirigido por el imponente coronel Papa le Bon (un ferviente entusiasta religioso), que incluye a varios niños soldado. Rápidamente, Birahima quiere imitarlos y descubre las armas, el entrenamiento, las emboscadas, las drogas, el alcohol, los amuletos, los cadáveres… pero también la amistad con Tête Brûlée, Kik, Sarah y Fati. Juntos forman una familia muy unida de jóvenes maltratados por la vida, que pronto huirán y se reagruparán, no sin algunas pérdidas crueles, contra los enemigos del ULIMO (Movimiento Unido de Liberación de Liberia para la Democracia), liderados por el general Onika Barclay, que controla una mina de diamantes. No obstante, la muerte sigue reinando sobre el destino de Birahima (que llegará hasta Sierra Leona), un niño prisionero de la violencia de un mundo vampírico y plagado de depredadores y asesinos…

“Cuando cierro los ojos, veo la guerra”. Transcribiendo como una oración fúnebre la trayectoria que conduce a la pérdida del sentido humano, el director (que escribió el guion junto a Karine Winczura) ha logrado encontrar el equilibrio justo entre la empatía hacia su conmovedor personaje principal, el realismo feroz del contexto (“se roba, se mata y se amputa”) y la información histórica precisa, algo que no parecía fácil sobre el papel. Gracias a su ritmo sostenido por elementos de road movie, su gran inventiva narrativa (especialmente con el uso de diccionarios) y visual (con desenfoques y distorsiones que ilustran las emociones más intensas), así como una banda sonora fantástica a cargo de Thibault Kientz-Agyeman, este impresionante y logrado debut sobre una infancia atrapada en la locura de la guerra (como en la película de ficción Beasts of No Nation, de Cary Fukunaga) eleva la animación al no tener miedo de abordar temas aparentemente difíciles, pero esenciales.

Allah n'est pas obligé es una producción de Special Touch Studios (Francia), coproducida por Paul Thiltges Distribution (Luxemburgo), Lunanime (Bélgica), Need Productions (Bélgica) y Yzanakio Production (Canadá). mk2 se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del francés)

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