Crítica: Pequeños calvarios
por Alfonso Rivera
- La película de Javier Polo está compuesta por cinco relatos breves y ligeramente salvajes que, a través del humor negro, el surrealismo y la ironía, se ríe de esas miserias propias

El valenciano Javier Polo, que se dio a conocer con el documental The Mystery of the Pink Flamingo [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película], logró en 2023 el premio Feroz Cinema Jove y una nominación al Goya con su cortometraje Una terapia de mierda. Ahora, tras participar en el Festival de Málaga (fuera de competición), presenta en su tierra, concretamente en la sección Premiere del 40.º Cinema Jove, su primer largometraje de ficción, titulado Pequeños calvarios y compuesto por cuatro historias independientes unidas por otra, que ocupa a Pablo Molinero en el rol de un peculiar relojero.
Tras esa introducción, se abre el film con la historia de una pareja que se mantiene unida por el amor a su mascota… hasta que ésta desaparece. La segunda transcurre en un restaurante, donde un grupo de amigos se reúne para cenar y uno de ellos aprovecha para soltar una noticia bomba. La tercera la protagoniza una profesora de yoga que ha logrado construir en su hogar una algo parecido a una perfecta burbuja de armonía, pero llega una nueva vecina y todo cambia. Y la cuarta trata de un tipo que busca pasar unas vacaciones tranquilamente y en soledad en su camping habitual, pero no contaba con que sus colegas de veranos anteriores querrán socializar intensamente con él.
Con la complicidad entregada de un reparto coral espectacular, donde se citan famosos cómicos españoles de la talla de Arturo Valls, Vito Sanz, Javier Coronas y Marta Belenguer, entre otros (Berta Vázquez, Andrea Duro o Enrique Arce), Polo ha hilvanado una serie de tramas que, ante todo, enarbolan el humor para reírnos de nuestras miserias más absurdas, pero que forman parte de nuestras vidas igualmente absurdas.
La identificación instantánea es pues el imán de estos relatos que desnudan el alma humana con sobrada ironía y ciertas gotas de surrealismo. Cada espectador a la salida de la sala cinematográfica podrá elegir su favorita, pues es fácil reconocerse en la hipocondría, la hipersensibilidad o las manías de alguno de los personajes, unos tipos tan corrientes y a veces incontrolados como nosotros, esclavos de sus imperfecciones irreparables.
Con una fotografía y decorados de tonalidades intensas marca de la casa –basta recordar su anterior largometraje, The Mystery of the Pink Flamingo, con el color del título invadiéndolo todo–, el director y productor apela de nuevo a lo pop como manera ligera de mirar al mundo y a nosotros mismos. Porque la película no intenta analizar por qué somos así de ridículos, simplemente nos pone un divertido espejo delante para que, como en una broma o un chiste, lleguemos a comprendernos y aceptarnos un poco más, siempre con una sonrisa en los labios.
Pequeños calvarios es una coproducción de las compañías españolas Los Hermanos Polo y Japonica Films junto a las mexicanas Paloma Negra Films y Whisky Content. De su distribución en España se ocupa Syldavia Cinema, que tiene previsto estrenarla en salas el 24 de octubre.
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