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KARLOVY VARY 2025 Competición

Crítica: Divia

por 

- El documental inmersivo y sin diálogos del ucraniano Dmytro Hreshko muestra cómo la guerra afecta a la naturaleza y a los animales

Crítica: Divia

El tercer largometraje documental del director ucraniano Dmytro Hreshko, Divia [+lee también:
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, que acaba de tener su estreno mundial en la competición principal de Karlovy Vary, analiza el impacto poco explorado y escasamente representado de la invasión rusa de Ucrania sobre la naturaleza y los animales. Se trata de una película inmersiva y sin diálogos, una propuesta impresionante que sin duda llamará la atención de los festivales, y quizás incluso de algunos distribuidores en territorios más receptivos. También podría ser una buena opción para plataformas de streaming.

Existen muchas sinfonías urbanas en el cine, pero la naturaleza suele quedar relegada a formatos televisivos. La película de Hreshko, en cambio, es una epopeya sobre la destrucción y el renacimiento de la naturaleza. Aunque no sigue una trama tradicional, responde claramente a principios narrativos. Como era de esperar, sus puntos fuertes son la dirección de fotografía del propio Hreshko y Volodymyr Usyk, la música de Sam Slater y el diseño de sonido de Vasyl Yatsushenko y Mykhailo Zakutskyi, todos operando meticulosamente tanto a gran escala como en momentos más pequeños e íntimos.

La película nos presenta el mundo natural de Ucrania a través de planos aéreos, con la cámara girando constantemente y de forma lenta sobre su eje. Sobrevolamos bosques, montañas, campos, lagos, el mar, ríos y los habitantes de estos paisajes: ciervos, jabalíes, osos, bisontes, aves, todo ello acompañado por una banda sonora orquestal. A continuación, la cámara desciende al suelo, deslizándose por los paisajes. Cuando oímos el primer avión y la primera explosión, la banda sonora se oscurece y los animales corren a esconderse. Aparece por primera vez un motivo musical recurrente: un sonido grave, similar al de Origen, pero menos intenso, aunque más oscuro y de algún modo más inquietante (probablemente un contrabajo tocado con arco). La música se vuelve disonante, acercándose por momentos al subgénero del ruido industrial, con estática y retroalimentación, salpicada de suspiros, gritos y susurros de los vocalistas, además de algunas frases distantes e ininteligibles que suponemos provienen de soldados en acción.

Vemos tanques y edificios volando por los aires, luego tierra arrasada, ciudades inundadas (Zaporizhzhia se identifica gracias al cartel medio sumergido de un restaurante, ya que no hay rótulos que nos indiquen las ubicaciones), pueblos destruidos y bosques de árboles ennegrecidos, todo salpicado de tanques oxidados y restos de misiles. De vez en cuando, la cámara desciende al suelo y vemos a un veterinario alimentando a un gato en un pueblo devastado. La música se detiene y observamos al personal de desminado trabajando en planos medios y primeros planos. Aparecen peces y delfines muertos en las orillas.

Entonces, la película cambia nuevamente de registro para mostrarnos cómo la naturaleza y la fauna se renuevan: flores que brotan entre el óxido y la suciedad, una mariquita que se arrastra sobre los restos de un cohete, y el regreso de los sonidos naturales: el zumbido de los insectos, el canto de los pájaros, el croar de las ranas. Un ciervo, que habíamos visto retirándose al bosque, se asoma ahora tímidamente entre los árboles. Personas con batas blancas toman muestras de agua.

El epílogo incluye algunas de las imágenes más impactantes, aunque también repite motivos visuales anteriores, resultando tonalmente indeciso y quizá no del todo necesario. Sin embargo, si lo pensamos bien, esto refleja perfectamente el curso agotador de la propia guerra.

Al igual que en los medios de comunicación, saturados por un número cada vez mayor de guerras, desastres y noticias preocupantes, existe un lamentable pero innegable cansancio con las películas sobre Ucrania en el mercado documental. En este sentido, Divia tiene posibilidades de destacar como la película con el alcance más amplio que hemos visto hasta ahora.

Divia es una coproducción entre Gogol Film (Polonia), UP UA Studio (Ucrania), Valk Productions (Países Bajos) y UP USA Studio (Estados Unidos), distribuida internacionalmente por Taskovski Films.

(Traducción del inglés)

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