Crítica: Broken Voices
por Veronica Orciari
- Ondřej Provazník presenta un emocionante relato sobre el paso a la adultez que se sumerge en la agitación emocional de una joven cantante de un coro con sutilidad y firmeza

A principios de los años 90, Karolína (Kateřina Falbrová), una joven de 13 años, es una prometedora cantante en un coro femenino que capta la atención de su director (Juraj Loj), lo que le vale el desprecio del resto del grupo, incluida su hermana (Maya Kintera). Broken Voices [+lee también:
tráiler
entrevista: Ondřej Provazník
ficha de la película], escrita y dirigida por Ondřej Provazník y proyectada en la competición principal de Karlovy Vary, sigue de cerca el viaje emocional de Karolína, a medida que la sensación inicial de halago se transforma gradualmente en vergüenza y culpa. Sus sentimientos se intensifican con el paso del tiempo, alimentados tanto por presiones externas como por su propio conflicto interno. La película se inspira libremente en la historia real de los Bambini di Praga, un coro infantil checo compuesto principalmente por niñas que se vio envuelto en un escándalo de abusos sexuales.
Con notable delicadeza, Broken Voices explora el paisaje interior de sus dos protagonistas, utilizando primeros planos y un ritmo deliberadamente pausado para atraer al espectador hacia sus mundos íntimos. Las interpretaciones son contenidas pero profundamente expresivas, transmitiendo sutilmente una inquietud que se intensifica progresivamente. Aunque la película presenta varios personajes secundarios, a menudo da la sensación de que la historia gira únicamente en torno a los dos protagonistas, lo que debe entenderse como una característica positiva y una muestra del gran talento del director para crear un microcosmos íntimo dentro de un escenario mucho más amplio. El coro omnipresente, que remite simultáneamente a las nociones de colectividad y aislamiento, se presenta como el entorno perfecto para esta elección narrativa.
De hecho, la fuerza de la película reside no solo en sus interpretaciones y en su tratamiento visual, sino también en la capacidad del director para difuminar las fronteras entre lo personal y lo público a través de la manera en que la joven protagonista afronta lo que le sucede. Aun así, el ritmo de la película podría haber sido más preciso. La construcción progresiva de la tensión, aunque rica en atmósfera, corre ocasionalmente el riesgo de perder fuerza, particularmente en la primera mitad, que resulta comparativamente menos cohesiva y emotiva que la segunda. Esta última se desarrolla con una gracia lírica y una dirección y montaje casi impecables, generando un efecto de tensión creciente.
El hecho de que este desequilibrio sea una decisión artística intencionada queda abierto a interpretación, pero una progresión más armonizada podría haber elevado la película a nuevas cotas. Por otra parte, la cinta de Provazník es un ejemplo sólido de cómo es posible transformar un posible defecto en una fortaleza, al menos a los ojos de algunos espectadores. Nuestro acceso al mundo del coro femenino se ve facilitado por la repetición de acciones y conversaciones, así como por el hecho de que la película se centra intensamente en el canto, que a veces resulta conmovedoramente redundante, generando una sensación de inquietud a medida que la historia avanza.
En resumen, Broken Voices emerge como una película profundamente conmovedora y cuidadosamente compuesta, que culmina en una conclusión que, aunque algo predecible, está plasmada con extraordinaria ternura y contención, dejando una huella duradera gracias a su fuerza discreta y autenticidad emocional.
Broken Voices es una producción de la checa Endorfilm, coproducida por Punkchart Films, Česká Televize, Innogy y Barrandov Studio. Sus ventas corren a cargo de Salaud Morisset.
(Traducción del inglés)
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