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SERIES / CRÍTICAS España

Crítica serie: Superestar

por 

- Nacho Vigalondo insufla su sello, rebosante de fantasía pop, a una historia real y rocambolesca acontecida en España a principios de siglo, que acaparó titulares de los programas más sensacionalistas

Crítica serie: Superestar
Ingrid García-Jonsson en Superestar

El 18 de julio se estrena en Netflix la tragicomedia Superestar, creada por Nacho Vigalondo (Daniela Forever [+lee también:
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) y codirigida con Claudia Costafedra (serie Cardo). Basada muy libremente en hechos reales, su visionado es toda una experiencia no sólo para el público español que conoce el caso original en que se basa y a sus peculiares y famosos protagonistas, sino para todo aquel espectador que desee alucinar con el rico, super pop e imaginativo universo que el cineasta cántabro expande a lo largo de sus seis episodios, cada uno de ellos centrado en personas/personajes a cada cual más delirante, fascinante y kitsch.

Su guion -escrito por los dos directores junto a María Bastarós y Paco Bezerra- gira en torno a los comienzos artísticos de la cantante vasca Yurena (encarnada con alta graduación mimética por Ingrid García-Jonsson, quien ya puede ir haciendo hueco en sus estanterías para los premios que va a recibir próximamente), que se dio a conocer como Tamara y se convirtió en un auténtico icono popular del inicio de la década de los 2000 tras el lanzamiento de la canción “No cambié” y de su álbum Superestar.

Rápidamente ciertos programas de televisión se centraron tanto en ella como en su temperamental madre/guardiana Margarita Seisdedos (interpretada por una magnífica Rocío Ibáñez, a quien pudimos ver en Espíritu sagrado [+lee también:
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) y en toda su irrepetible troupe, compuesta por el compositor extremeño Leonardo Dantés (Secun de la Rosa), el cantante Tony Genil (Pepón Nieto), su representante Arlekín (Julián Villagrán), la amante de éste Loly Álvarez (Natalia de Molina) y el vidente de las verduras Paco Porras (Carlos Areces).

Repleta de sorpresas (también musicales) y cameos patrios, cada capítulo comienza con la introducción que de su protagonista hace el propio Vigalondo en el rol de presentador de televisión (un papel parecido al que ya jugó en la serie El otro lado [+lee también:
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): a continuación, se despliega la visión que ese personaje que ocupa cada episodio tiene de lo sucedido aquellos convulsos años de comienzos del siglo XXI, en los que todo parecía posible y los límites de lo respetable volaban por los aires en los medios de comunicación.

Así, Superestar (en la estela de la serie Veneno [+lee también:
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, que también resucitaba a un icono popular explotado por la telebasura más casposa y chillona) se convierte en una gran charlotada, un ruedo ibérico valleinclanesco contemporáneo donde lo underground se codea con la fama popular, convirtiéndose sus antihéroes en ídolos nacionales. Mientras lo patético, esperpéntico y delirante se dan la mano, el brilli-brilli, la imaginación desatada y el barroquismo se expanden como la pólvora por su metraje gracias a sus desatados y creativos directores y a unos actores que se han divertido demasiado imitando a los originales mientras rodaban este retrato ficcionado y disparatado de una España casposa, canalla, cainita, oportunista y, a la vez, tremendamente tierna, como ese amor de madre (de artista) de Margarita Seisdedos hacia su -para sus ojos eternamente niña- Tamara.

Superestar es una producción de Javier Calvo y Javier Ambrossi (a través de su compañía Suma Content) para Netflix.

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