LOCARNO 2025 Cineastas del presente
Crítica: Affection affection
por Fabien Lemercier
- Maxime Matray y Alexia Walther firman una inteligente y traviesa película con un encanto muy particular, que juega con finura entre lo novelesco y lo bizarro

—“¿Qué encontraría si lo abriera?” —“¿Qué esperas encontrar?” El dúo formado por Maxime Matray y Alexia Walther ya demostró su ingeniosa singularidad en la Mostra de Venecia de 2018 con su excéntrica road movie Blonde Animals [+lee también:
crítica
tráiler
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ficha de la película], y lo cierto es que los aficionados a los acertijos con doble sentido no quedarán decepcionados con Affection Affection, la increíblemente astuta segunda película de los cineastas, que ha sido presentada en la sección Cineastas del presente del Festival de Locarno.
“Hay signos que no engañan”, “aceptar el mundo más allá de las apariencias”, “el juramento del fuego”, “la energía de las piedras” —aunque al levantarlas se puedan encontrar gusanos—, “el descenso de la luz a las tinieblas para redimirlas”… Ecos muy extraños, en total contraste con el entorno banal de una pequeña —y desierta bajo su manto invernal— ciudad de la Costa Azul, jalonan las deambulaciones de Géraldine (Agathe Bonitzer), la protagonista del largometraje.
Esta pragmática y cartesiana mujer de unos cuarenta años, responsable de los espacios públicos de la localidad, se ve obligada a hacer frente a dos misteriosas y prácticamente simultáneas desapariciones —la de su hijastra adolescente Kenza y la de su padre Jérôme (interpretado por Christophe Paou), pareja de Géraldine y alcalde del lugar— y a una reaparición igualmente sorprendente: la de su propia madre Rita (Nathalie Richard), de la que no sabía nada desde que se marchó a vivir a Tailandia diecisiete años antes. A ello se suman, entre otras peripecias, una estatua arrojada a una piscina, la explosión de una mina de la Segunda Guerra Mundial, la búsqueda de un perrito blanco y el resurgimiento del turbio asunto del ahogamiento de la madre de Kenza.
En medio de este entramado, Géraldine (llamada así en homenaje a la actriz irlandesa Geraldine Fitzgerald) decide llevar a cabo su propia investigación, de modo que recorre en apenas unos días todos los caminos posibles de un pequeño mundo semejante a una isla en el que todos se conocen desde siempre —pero donde cada palabra o gesto, presente o pasado, puede ser fuente de malentendidos— y sobre el cual planea una atmósfera vacilante entre la finitud y la esperanza de renacer.
A pesar de que se sirven únicamente de una serie de medios extremadamente limitados, los dos cineastas destacan por su habilidad para sacar el máximo partido de los recursos disponibles, aprovechando así con gran acierto la geografía local (la playa, los chalés con vistas al mar, el puerto, los atajos que bordean las pistas de tenis, etc.) para tejer un relato intrigante que, a pesar de su apariencia aparentemente casual, está muy bien escrito. Affection affection, en la que abundan los toques de humor a medida que se suceden las pistas engañosas de la investigación, desprende un encanto cinematográfico muy agradable y poco convencional que resulta a la vez naturalista —sin caer en el psicologismo—, novelesco —pero anclado en lo real— y lúdico —con un toque de cine de género sin renunciar a la sensibilidad—. En definitiva, se trata de un cóctel muy personal que resulta encantador en su aparente modestia, como una carta de amor con el sobre abierto, una poesía desplazada del mundo moderno, tal como sugiere la referencia clave a Los hombres huecos, de T. S. Eliot: velamos a solas mientras temblamos de afecto.
Affection affection ha sido producida por Ecce Films, que también se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del francés)
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