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LOCARNO 2025 Competición

Crítica: Donkey Days

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- El segundo largometraje de Rosanne Pel narra la historia de la rivalidad entre dos hermanas que intentan ganarse el amor y la atención de su excéntrica madre

Crítica: Donkey Days
Jil Krammer en Donkey Days

Las dinámicas familiares no son en absoluto fáciles de manejar, así que no es de extrañar que las relaciones entre miembros de una familia suelan ocupar un lugar central en la literatura y el cine. Este es sin duda el caso de Donkey Days [+lee también:
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, el segundo largometraje escrito y dirigido por Rosanne Pel, conocida hasta ahora sobre todo por su ópera prima, Light as Feathers [+lee también:
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, que se estrenó en el Festival de Toronto de 2018 y giraba en torno a la forma en que una relación abusiva entre un adolescente y su madre puede desbordarse hacia el mundo exterior. Donkey Days se ha estrenado en la competición principal del Festival de Locarno.

En este caso, las protagonistas son dos hermanas adultas, Anna (Jil Krammer, en su primer papel en pantalla) y Charlotte (la actriz alemana Susanne Wolff, vista recientemente en Köln ’75 [+lee también:
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), que siempre han competido por la atención de su madre. La madre, Ines (la veterana actriz Hildegaard Schmahl), también es todo un personaje, ya que, aunque al principio parece esmerarse en equilibrar la dinámica entre sus hijas, lo que en realidad hace es alimentar su rivalidad. La cuestión es si lo hace de forma intencionada, como herramienta de manipulación, o sin darse cuenta cuando toma ciertas decisiones cuestionables.

Las hermanas han desarrollado diferentes mecanismos para lidiar con su madre. Mientras la profesora Anna reacciona de forma impulsiva, con enfados y berrinches infantiles, Charlotte intenta proyectar la imagen de una persona muy organizada. Sin embargo, sus tácticas tienen costes distintos: Anna sabotea su relación con su pareja Noe (Amke Wegner), y Charlotte siempre parece fría y distante. La avanzada edad de Ines y sus secretos —que Anna y Charlotte van descubriendo poco a poco—, como una “urna misteriosa” y su afición por los burros, no hacen sino convertirse en nuevos retos, tanto para ellas como para su relación, que ya de por sí es complicada.

La estructura de la película, en la que los dos primeros tercios del metraje funcionan como una prolongada contextualización, no contribuye a que Donkey Days sea una experiencia particularmente agradable de ver. Sin embargo, sitúa al espectador directamente en la mente de las hermanas, especialmente en la de Anna, y le hace sentir el torbellino emocional con el que ellas se ven obligadas a lidiar cuando tratan con la madre. El público también puede sentirse algo perdido o confundido debido a que, al menos en la parte expositiva, la trama parece —o no— presentarse de forma cronológica, con la directora introduciendo además una especie de “realidad alternativa” en la que las hermanas se encuentran con su madre cuando esta era una joven de aproximadamente su edad. La sensación de inquietante desorientación se refuerza con el uso de una cámara en mano inestable y frecuentes paneos horizontales (por cortesía de la directora de fotografía Aafke Beernink), así como con el montaje aparentemente tosco de Xander Nijsten y la banda sonora atonal de Ella van der Woude.

Las actrices y su trabajo constituyen sin duda la mayor fortaleza de la película. La presencia en pantalla de Hildegaard Schmahl es fuerte y dominante, mientras que la química entre Susanne Wolff y Jil Krammer se palpa en el ambiente. Esta última también encaja a la perfección con otra intérprete no profesional, Amke Wegner, y gracias al trabajo de Rosanne Pel con ellas, su falta de experiencia formal no se percibe en absoluto. Por su parte, Carla Juri brilla como extra en algunos flashbacks como la joven Ines.

En definitiva, Donkey Days no se centra en la historia o en la necesidad de transmitir un mensaje concreto, sino más bien en crear una atmósfera. Aunque este enfoque podría considerarse arriesgado, no cabe duda de que se trata de una elección deliberada con la que la autora nos muestra su sello de identidad.

Donkey Days es una coproducción germano-neerlandesa de la que se han encargado Family Affair Films y JunaFilm. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Totem Films.

(Traducción del inglés)

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