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LOCARNO 2025 Cineastas del presente

Crítica: The Plant from the Canaries

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- El primer largometraje de Ruan Lan-Xi es un retrato elegante y etéreo de una mujer que parece deslizarse, como patinando sobre un lago helado, sobre una ciudad que aprende a conocer

Crítica: The Plant from the Canaries
Jung Hyeonsu y Daria Wichmann en The Plant from the Canaries

The Plant from the Canaries, presentada en la sección Cineastas del presente del Festival de Locarno, es la primera película del director chino afincado en Berlín Ruan Lan-Xi. Aparentemente tan desenfadada, poética y delicada como una gota de lluvia, The Plant from the Canaries nos ayuda a comprender que las miradas, los pequeños gestos cotidianos y los abrazos inesperados y fugaces pueden transmitir mucho más que las palabras. Gracias a sus inusuales encuadres, como el plano inicial —que mantiene la mirada del público a distancia, permitiéndole observar desde lejos a un grupo de personas que se encuentran por azar frente a un restaurante—, The Plant from the Canaries resulta a la vez fascinante y desestabilizadora.

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Tras una ruptura amorosa inesperada, May (Jung Hyeonsu), una coreana de treinta años que se ha mudado a Berlín, se ve obligada a recoger los pedazos de una vida que aún está aprendiendo a manejar. Sola, como si la ciudad la hubiera engullido, May se mueve con aparente tranquilidad por una Berlín invernal que parece vaciada de sus habitantes. La protagonista, impulsada por una inercia que no esperaba, empieza a reflexionar sobre su vida, sobre el lazo indisoluble que la une a un país, Corea, que ha decidido dejar atrás a su pesar. Los recuerdos de su juventud en Seúl se relatan a través de una voz en off que acaricia las imágenes como un fantasma.

The Plant from the Canaries es un retrato a la vez poético y misterioso de una mujer, May, que trata de abrirse camino en una sociedad que aún está conociendo; una mujer atrapada entre tradición y modernidad, libertad y respeto por unas reglas que, con el tiempo, le parecen cada vez más faltas de sentido. Entre estas normas implícitas se encuentra la de estar en pareja para alcanzar la felicidad, como si el vacío que siente en su interior solo pudiera llenarlo otra persona. En su constante búsqueda de una especie de “alma gemela” que la salve de la soledad que amenaza con destruirla, May descubrirá que los lazos de amistad —especialmente la que mantiene con su mejor amiga (Daria Wichmann)— son mucho más importantes que una efímera aventura amorosa. En este sentido, la película es profundamente queer, una oda al afecto y la ternura al margen de cualquier mandato social o ideal heteropatriarcal. Y es que quien acompaña a May en su viaje hacia una forma de resiliencia es precisamente su mejor amiga, que con tacto, empatía y una gran capacidad de escucha le regala momentos de ternura que le sirven de válvula de escape. La verdadera pareja de la película no es la que May forma con sus amantes pasados o futuros, sino con su mejor amiga, con la que establece un vínculo del corazón que no se somete a ninguna regla más que a las del respeto, la escucha y la empatía. A través de The Plant from the Canaries, la directora nos da la oportunidad de comprender lo importante que es aprender a observar las pequeñas cosas de lo cotidiano, a escuchar y estar presentes en las interacciones humanas.

La película recurre más a las imágenes que a las palabras para narrar el día a día de su protagonista, de modo que ofrece al público un paréntesis regenerador y poético en un mundo logorreico dominado por la indiferencia. May es la portavoz de todas aquellas que se niegan a participar en esta farsa grotesca: mujeres reservadas y, a veces, silenciosas, pero no por ello menos fuertes o fascinantes, que prefieren observar antes que actuar, guardándose las cosas no por timidez, sino por pudor. The Plant from the Canaries está hecha de pequeñas cosas, de conversaciones entrecortadas y tiernos abrazos que la convierten en una película preciosa que transforma las debilidades en fortalezas y el silencio en poesía.

The Plant from the Canaries ha sido producida por la propia directora junto con la Deutsche Film & Fernsehakademie Berlin (DFFB), en coproducción con Chickpea Entertainment.

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(Traducción del italiano)

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