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VENECIA 2025 Venezia Spotlight

Crítica: À bras-le-corps

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- VENECIA 2025: Lila Gueneau brilla en el primer largometraje de Marie-Elsa Sgualdo, en el papel de una joven que lucha por su independencia en la Suiza hipócrita de la II Guerra Mundial

Crítica: À bras-le-corps
Lila Gueneau en À bras-le-corps

“—Quiero desaparecer, pero ni siquiera tengo el valor para hacerlo. No puedo seguir así. —No eres consciente de lo fuerte que eres”. La cineasta suiza Marie-Elsa Sgualdo ha decidido dedicar su primer largometraje, À bras-le-corps [+lee también:
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, a un bellísimo retrato de una mujer que se forja en la adversidad. Esta película de época con resonancias modernas ha sido presentada en la nueva sección Venezia Spotlight de la 82.ª Mostra de Venecia.

“¿Mi madre? Es una mala mujer”. Es 1943, en un pequeño pueblo de la frontera suiza, y Emma (una excelente Lila Gueneau), de 17 años, está siendo interrogada por un jurado de notables. Aspira a ganar el “premio a la virtud”, que viene acompañado de una suma de dinero que le ayudaría a alcanzar su objetivo de asistir a la escuela de enfermería con su amiga, la hija del pastor (Grégoire Colin), para quien trabaja como empleada doméstica —y a quien considera casi como un miembro más de la familia—. Es “la oportunidad de su vida”, pues la joven vive muy modestamente con su padre y sus dos hermanas pequeñas desde que su madre (Sandrine Blancke) las abandonó por una aventura sentimental que causó revuelo en todo el pueblo.

Emma pronto comparte en secreto esta vergüenza cuando se da cuenta de que, tras haber sido abusada por un joven burgués descuidado que estaba de paso, se ha quedado embarazada. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Buscar al padre? ¿Contárselo a su familia? ¿Abortar? ¿Casarse con otra persona? Las desventuras no han hecho más que empezar para la desesperada pero decidida Emma, y todo ello en un clima general dominado por la cobardía y la hipocresía, con patrullas fronterizas suizas interceptando a judíos en el bosque para entregarlos en el lado francés a los nazis…

El guion, elaborado con maestría por el director junto con Nadine Lamari (con, entre otras cosas, una notable elipsis temporal), abarca mucho más de lo que parece a primera vista, y siempre consigue dar un giro inesperado cuando menos se espera. La delicadeza narrativa va de la mano de una puesta en escena sencilla pero muy sensible (sobre todo los primeros planos de los rostros), y todo ello bajo una pátina clásica. El resultado es tanto un retrato muy entrañable de una joven pobre que lucha valientemente —y dramáticamente—por su independencia y contra el destino en una época en la que las rígidas clases sociales, la moral y la dominación masculina estaban en su apogeo (elementos que siguen siendo relevantes hoy en día en otra dimensión), como una película histórica que evoca con precisión cómo la dignidad humana podía —y aún puede— ser pisoteada al refugiarse en la comodidad individual a expensas de la existencia de los demás.

À bras-le-corps ha sido producida por las suizas Box Productions y coproducida por RTS, la belga Hélicotronc y la francesa Offshore. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Salaud Morisset.

(Traducción del francés)

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