Crítica: Rose of Nevada
por David Katz
- VENECIA 2025: En la nueva y onírica película de Mark Jenkin, George MacKay y Callum Turner capitanean un barco pesquero de Cornualles que puede viajar a través del tiempo

El futuro es un concepto y una realidad que nunca ha llegado realmente a Cornualles, un condado situado en el suroeste de Inglaterra. Existe un sector turístico boyante que atrae a quienes buscan la cultura y el espíritu marítimo tradicional del país, pero se trata de la excepción, no de la regla. La zona está marcada por una profunda desigualdad social, mientras que todas las políticas gubernamentales de “cohesión territorial” parecen centrarse en la regeneración urbana del norte del país. El cineasta independiente británico Mark Jenkin ha convertido estos entornos en el foco de sus dos primeros trabajos, Bait [+lee también:
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ficha de la película], pero en su tercera película, Rose of Nevada [+lee también:
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ficha de la película], se inclina más hacia un pronóstico sombrío sobre el futuro de Cornualles. Abrazando la fantasía como una forma de reanimar una época más optimista del pasado de la región, la película refleja con fuerza tanto la actual rabia política como la nostalgia ante el declive del orgullo local en el Reino Unido. Se trata de la primera película de Jenkin seleccionada en el Festival de Venecia, donde ha tenido su estreno en la sección Orizzonti.
Aunque la presencia estelar de George MacKay y Callum Turner (habitual en la prensa sensacionalista) debería atraer la atención hacia Rose of Nevada, lo cierto es que Jenkin parece estancarse en lugar de alcanzar nuevas cotas de calidad respecto a sus trabajos anteriores. De hecho, Bait sigue siendo probablemente su película más lograda, por su originalidad, humor y carácter enigmático. Sin embargo, Jenkin consigue desplegar un rigor y un realismo cautivadores (y lo hace como un auténtico hombre orquesta que filma, compone la música y monta la película), logrando que la trama principal (centrada en el barco titular, que se creía hundido y reaparece misteriosamente en el muelle) se integre de manera natural en el universo tonal de la cinta.
MacKay interpreta a Nick, un padre de familia local al que vemos por primera vez dirigiéndose a un banco de alimentos para recoger suministros para su esposa e hijo, mientras dedica sus días (¿libres?) a reparar las goteras del tejado. Turner encarna a Liam, un nómada fugitivo en circunstancias misteriosas, que posee la astucia y el despiadado instinto de supervivencia de alguien que podría haber cometido un delito. Con el barco en sus manos y acompañados por un capitán que parece salido de una novela de Herman Melville (Francis Magee), ambos asumen el papel de marineros hábiles y ávidos de trabajo, zarpando en busca de peces frescos, que antaño fueron el sustento económico del pueblo.
Rodada en localizaciones reales con una cámara Bolex de 16 mm que se cuela en los estrechos camarotes del barco, Jenkin aporta una sensación experiencial y documental a las secuencias marítimas: una etnografía visual inmersiva que recuerda al pionero documental Leviathan [+lee también:
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ficha de la película] (2012), sobre los arrastreros de pesca industrial estadounidenses. El agua y la espuma blanca salpican los rostros de los protagonistas, mientras un sonido agradablemente orgánico fluye a través de la obra. A continuación, aparecen destellos fugaces de dos hombres que se creía habían perecido en el barco, y se desencadena un pánico lynchiano de identidades cruzadas que marca el resto de la trama. Liam y Nick desembarcan en 1993 (como indica la portada de un periódico local), en un pueblo rebosante de actividad: montones de pescado llegan al puerto para su procesado y venta, y los pubs están abarrotados de gente. Liam inicia una nueva relación doméstica con personajes que recuerdan a los de la primera mitad de la película, mientras que la nueva identidad de Nick le arrebata dolorosamente su independencia como padre, ya que se supone que es el hijo de una pareja local en duelo (interpretada por Adrian Rawlins y Mary Woodvine, pareja del director).
Esta paradoja de identidades y líneas temporales queda sin resolver. ¿Debemos interpretarla de forma literal? ¿Se espera que el público proyecte una resonancia trágica o esperanzadora sobre los acontecimientos? Lo que está claro es que la visión fantástica de Jenkin sobre su hogar evoca su verdadera esencia en un sentido antiempírico: maldita, folclórica y tan viva como muerta.
Rose of Nevada es una producción de la británica Bosena. Protagonist Pictures se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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