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VENECIA 2025 Competición

Crítica: Un film fatto per Bene

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- VENECIA 2025: Franco Maresco imagina una película dedicada a Carmelo Bene nunca finalizada, y confirma su visión extrema, radical y provocadora del cine

Crítica: Un film fatto per Bene

Extremo, radical, provocador, cínico… Se puede decir de todo sobre el cine de Franco Maresco, excepto que pasa desapercibido. Tras ganar el premio especial del jurado (presidido por Lucrecia Martel) en 2019 con La mafia non è più quella di una volta [+lee también:
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, el director siciliano está de vuelta en la competición de la Mostra de Venecia con Un film fatto per Bene [+lee también:
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. El juego de palabras del título hace referencia al nihilista radical y “apologista de la nada” Carmelo Bene, que trabajó como actor, director y dramaturgo (uno de los fundadores del “nuevo teatro italiano”) y falleció en 2002. El espíritu desestabilizador de Bene se cierne sobre toda la película de Maresco, en la que imagina que el rodaje de una película sobre Carmelo Bene es interrumpido por el productor Andrea Occhipinti (el verdadero productor de la película), exasperado por los continuos retrasos, los accidentes en el plató y los cientos de tomas repetidas que han consumido kilómetros de carísima película (por supuesto, Maresco quería evitar a toda costa el rodaje digital). Pero para el director, “cuando ya sabes cuándo vas a terminar, lo das todo por sentado”. Tras acusar a la producción de “filmicidio” y “violación”, el director abandona el plató y desaparece en la nada.

Así, vemos al coguionista Umberto Cantone (que coescribió la película junto con la fiel guionista de Maresco, Claudia Izzo) lanzarse tras la pista del director desaparecido, acompañado por el taxista de confianza de Maresco, un devoto creyente que reza sin cesar mientras conduce y no revela hasta el último momento el lugar donde se oculta el cineasta. Se despliegan, por tanto, numerosas líneas narrativas que se superponen, se cruzan, viajan en paralelo y colisionan con efectos demoledores. El rodaje del largometraje se confunde con el rodaje de esas mismas escenas, con audiciones en las que Maresco insulta a sus actores, fragmentos de archivo en los que se reconstruye la carrera del director, desde los tiempos de Cinico Tv en tándem con Daniele Ciprì, hasta las películas “malditas”: Totò che visse due volte, ambientada en una monstruosa y apocalíptica Palermo poblada de personajes grotescos y blasfemos, que fue bloqueada por la censura italiana por “desprecio hacia el sentimiento religioso”.

En Un film fatto per Bene, el antihéroe es un santo, Giuseppe da Copertino, acompañado por un pequeño burro llamado Carmelo, un santo “idiota” a lo Dreyer interpretado por un actor afásico. En la escena en la que el santo debe levitar y elevarse hacia el cielo, la grúa se rompe y el actor cae. Todo se detiene. No sabemos hasta qué punto esto se ajusta a la historia real de la producción, pero no es tan importante, porque nos reímos, sonreímos con amargura y reflexionamos —aunque sea de forma negativa—. El nihilismo oscuro de Maresco se une a la ruptura de la identidad, el significado, el diálogo y la estructura en la obra de Carmelo Bene. Textos desmontados, palabras profanadas, lenguaje reducido a un conjunto de significantes sin dirección… Maresco cita a Bene cuando transmite la idea de que el cine no existe porque no es más que un doble de sí mismo.

Pero Maresco escenifica ante todo sus obsesiones personales (un “psiquiatra” certifica sus rituales anancásticos, la espasmódica acumulación de objetos inútiles), recorre de nuevo su cine y —como un Francis Ford Coppola en el plató de Apocalypse Now devastado por un huracán— registra la imposibilidad material de “hacer” una película. El otro productor, Marco Alessi, sospecha que les había engañado a todos desde el principio y que aquello no es más que un “muera Sansón con todos los filisteos”. Se trata de una película suicida, un antitestamento para dejar a la posteridad. Más allá de su visión pesimista de la existencia al estilo de Schopenhauer, lo que queda es el amor infinito que siente por sus actores, sacados de las calles, cómicos marginados, rostros emblemáticos de la subcultura siciliana que conforman un retrato grotesco, auténtico y a menudo surrealista del tejido social que el genio de Maresco lleva a la pantalla. “La única manera de dar forma a la rabia y al horror que siento hacia este mundo de mierda.”

Un film fatto per Bene es una producción de Lucky Red y Dugong Films con Eolo Films Productions. Lucky Red distribuye la película en Italia desde hoy, 5 de septiembre, mientras que True Colours se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del italiano)

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