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VENECIA 2025 Orizzonti

Crítica: Divine Comedy

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- VENECIA 2025: La película de Ali Asgari, acompañante metanarrativa de Terrestrial Verses, se sumerge en la absurdez que encierra el mundo de la censura cinematográfica de Irán

Crítica: Divine Comedy
Sadaf Asgari y Bahram Ark en Divine Comedy

La última presencia del cineasta iraní Ali Asgari en el circuito de festivales fue Higher Than Acidic Clouds en 2024, un documental personal que narraba su experiencia emocional tras la prohibición de salir del país impuesta por el gobierno iraní. Sin embargo, su nueva película, Divine Comedy, que se ha estrenado a nivel mundial en la sección Orizzonti de la Mostra de Venecia, se acerca más, en cuanto a estilo, a su anterior Terrestrial Verses, que codirigió con Alireza Khatami (The Things You Kill [+lee también:
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) y fue presentada en Cannes en 2023. Divine Comedy vuelve a explorar las contradicciones intrínsecas de los sistemas opresivos, pero esta vez sumergiéndose en el mundo del cine, con una capa adicional de complejidad temática gracias a la participación metacinematográfica de varios colaboradores de Terrestrial Verses.

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El director Bahram Ark (que interpreta una versión ficticia de sí mismo) y su productora Sadaf Asgari (también en una versión ficticia de sí misma) intentan proyectar la película de Bahram, que según él es una libre reinterpretación de la Divina Comedia de Dante. Sin embargo, el Ministerio de Cultura iraní le advierte que la película no saldrá a la luz a menos que realice severas censuras y nuevos rodajes. Los dos deciden entonces seguir algunas pistas que se les presentan, lo cual los lleva a una serie de encuentros insólitos, como recoger cocaína entregada por un dron o toparse con un hombre que afirma ser un profeta, y todo con tal de cumplir su misión.

Divine Comedy se abre con un motivo audiovisual que parece sacado, en parte, de una comedia romántica, acompañado por una ligera banda sonora de jazz que establece de inmediato el tono lúdico y subversivo de la película. Los dos protagonistas recorren felices las calles en una Vespa de color rosa pastel, al estilo de Vacaciones en Roma, con Sadaf al volante y las manos de Bahram sobre sus hombros; una imagen que se repite varias veces, casi como una cortinilla de sitcom cada vez que suena ese jazz. Asgari, sin embargo, depende en exceso de este recurso para transmitir al espectador la sensación de que “todo irá bien”, una elección que acaba poniendo a prueba la paciencia del público.

Al igual que en Terrestrial Verses, Divine Comedy se desarrolla como una serie de viñetas —aunque aquí más interconectadas—, rodadas en planos largos y estáticos desde una única perspectiva. Por ejemplo, no vemos en ningún momento el rostro del burócrata con el que Bahram dialoga, ya que la cámara permanece fija en su cara mientras él se retuerce ante la absurda batería de preguntas sobre la censura de su película (“El cine es fantasía”, le dicen, “no realidad”). El viaje es sin duda el destino en esta película, aunque Divine Comedy puede parecer por momentos una práctica ya conocida. Aun así, ofrece una buena dosis de ironía y humor, y resulta difícil no pensar en cómo, en su premisa, podría esconderse una versión más incisiva y crítica que nunca termina de aflorar por completo.

Divine Comedy es una producción conjunta de las iraníes Seven Springs Pictures y Taat Films, coproducida con la turca Kadraj, la italiana Zoe Films, la francesa Salt for Sugar y la alemana Films Studio Zentral. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Goodfellas.

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(Traducción del inglés)

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