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TORONTO 2025 Gala Presentations

Crítica: Palestine 36

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- Gracias a una película coral y comprometida de gran habilidad narrativa, Annemarie Jacir vuelve sobre una página de la historia tristemente decisiva para el pueblo palestino

Crítica: Palestine 36

“Todos, tanto los ricos como los pobres, estamos unidos en nuestra lucha por la independencia y la libertad”. Siempre se puede releer la historia y certificar que describe la verdad desde el ángulo que mejor se adapta a las convicciones de cada uno, pero hay algunos hechos y puntos de referencia temporales inevitables y relativamente innegables que tienen graves consecuencias a corto y largo plazo. Es uno de esos períodos cruciales el que Annemarie Jacir (ya reconocida, entre otras, por La sal de este mar [+lee también:
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) ha decidido poner sobre la mesa de las opiniones contemporáneas con Palestine 36, presentada en la sección Gala Presentations del 50.º Festival de Toronto. Se trata de una inmersión en el pasado que la cineasta palestina lleva a cabo con una gran precisión casi documental que, a su vez, ficcionaliza para ser más accesible al mayor número de espectadores, y todo ello sin ocultar lo más mínimo su compromiso —lo cual no altera en absoluto el carácter apasionante del conjunto—.

Aunque la película comienza en la primavera de 1936 en una Palestina administrada por los británicos desde el final de la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio Otomano, es la Declaración Balfour de 1917, que aboga por “un hogar nacional para el pueblo judío”, la que sustenta todos los acontecimientos que se precipitarán en Jerusalén y en la pequeña aldea de Al Basma, los dos epicentros de la historia escrita por la directora. El equilibrio es precario y la tensión aumenta peligrosamente entre los habitantes árabes y los cada vez más numerosos colonos judíos, con la propiedad de la tierra y el trabajo manual como cuestiones inmediatas, y un ocupante británico que juega un papel conflictivo alimentado por promesas (la comisión Peel debería encontrar soluciones equitativas...) y una creciente firmeza policial y militar ante los estallidos. Huelga general, rebelión, contrainsurrección… La escalada es imparable, y la perspectiva de una partición del territorio enciende la mecha.

Al navegar con fluidez entre múltiples personajes —desde el mundo privilegiado de la periodista Khulood (Yasmine Al Massri) y su marido Amir (Dhafer L'Abidine), hasta el campo con la familia de la joven Afra (Wardi Eilabouni), entre los que destacan su madre Rabab (Yafa Bakri) y su abuela (Hiam Abbass), pero también el pequeño limpiabotas Kareem (Ward Helou), así como los rebeldes Khalid (Saleh Bakri) y Yusuf (Karim Daoud Anaya), que conectan todos estos mundos, sin olvidar a los representantes británicos (Jeremy Irons, Billy Howle, Robert Aramayo)—, Annemarie Jacir teje un fresco cautivador y sumamente instructivo. Esta película apasionada, comprometida (no hay contraplanos sobre el punto de vista judío), resistente y bastante feminista mezcla las dosis adecuadas de melodrama y reconstrucción histórica para recorrer una encrucijada candente de la historia cuyas llamas, lamentablemente, no han dejado de crecer durante los últimos 90 años. Pero para imaginar el futuro, siempre conviene saber en qué fuego se forjó el pasado.

Palestine 36 ha sido producida por Philistine Films (Palestina) junto con Autonomous (Reino Unido), Corniche Media (Reino Unido), MK Productions (Francia) y Snowglobe (Dinamarca). Las francesas mk2 y Lucky Number las ventas internacionales.

(Traducción del francés)

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