TORONTO 2025 Special Presentations
Crítica: Tres adioses
- Isabel Coixet adapta la exitosa novela de Michela Murgia Tres cuencos en un contemplativo, aunque irregular, drama sobre el amor y la pérdida

Isabel Coixet siempre se ha sentido atraída por historias de rupturas silenciosas y ajustes de cuentas existenciales. Con Tres adioses [+lee también:
tráiler
ficha de la película], la directora catalana adapta la novela superventas Tre Ciotole, de Michela Murgia, en un drama contemplativo, aunque irregular, sobre el amor, la enfermedad y el valor del tiempo. Estrenada en la sección Special Presentations de Toronto, la película está protagonizada por Alba Rohrwacher y Elio Germano, y se desarrolla como una meditación agridulce sobre lo que significa despedirse: de una pareja, de un sentido de uno mismo y de la vida.
El planteamiento parece simple. Marta (Rohrwacher), profesora de educación física en un instituto de Roma, vive con Antonio (Germano), un chef en pleno ascenso profesional. Sin embargo, la pareja parece desavenida: Marta trata su trabajo con indiferencia, Antonio percibe su distanciamiento y, tras una discusión trivial, la relación se disuelve abruptamente. Mientras Antonio se sumerge en la creación de su propio restaurante, Marta se encierra en sí misma. Cuando recibe un diagnóstico terminal, debe enfrentarse al tiempo que le queda.
En esta ocasión, Coixet apuesta por la ternura en lugar del melodrama, ayudada por la cálida fotografía en 35 mm de Guido Michelotti, que otorga a los escenarios romanos una pátina suave y nostálgica. En sus mejores momentos, la película alcanza un equilibrio entre lo íntimo y lo universal, funcionando tanto como retrato de una mujer que debe hacer balance de su vida como homenaje a Murgia, fallecida de cáncer en 2023 tras una vida dedicada al activismo y la escritura.
Sin embargo, la adaptación no está exenta de problemas. El primer acto resulta extrañamente vacío, centrado en los detalles de la ruptura de la pareja. Solo cuando emerge el diagnóstico de Marta la narración adquiere verdadero peso. Un ritmo más ajustado podría haber dotado a la estructura de mayor urgencia, especialmente teniendo en cuenta su duración de dos horas.
En el apartado interpretativo, los resultados son desiguales. Rohrwacher representa el núcleo emocional de la película, aunque su actuación puede resultar controvertida. Su particular mezcla de patetismo, tristeza e ingenuidad, reconocible en muchos de sus papeles anteriores, corre el riesgo de aplanar a un personaje que debería parecer monumental en sus contradicciones. Los momentos en los que Marta recita pasajes del libro de Murgia, concebidos como reflexión interior, resultan a menudo rígidos y académicos. Mientras tanto, Germano capta con matices la confusión y vulnerabilidad de Antonio: es creíble en el papel de un hombre que no puede comprender por qué su relación se ha desmoronado, pero que aún sufre por su pérdida.
Cabe destacar especialmente el trabajo de Francesco Carril como Agostino, compañero de trabajo y confidente de Marta. Su interpretación irradia calidez, encarnando la presencia firme que Marta lucha por reconocer en su pareja. Sarita Choudhury también aporta solemnidad a un papel más pequeño pero fundamental como la doctora de Marta.
El último tercio es donde la mano de Coixet se siente más segura. Los diálogos retroceden, mientras los cuerpos, las miradas y los silencios cobran protagonismo. Este registro sin palabras permite que la película respire, acercándose al lirismo característico de la directora. Aunque nunca resultan ostentosas, estas escenas resuenan con una intensidad teatral bien medida, elevando la obra por encima de sus ataduras convencionales.
No obstante, no todas las texturas de Murgia se traducen bien a la pantalla. Una de las características más peculiares de la novela es la afición de la autora por el K-pop, canalizada a través de los diálogos imaginados de Marta con un ídolo ficticio llamado Jirko (Sungku Jung). En el libro, este alter ego funciona como un recurso lúdico e íntimo, reflejando la pasión real de Murgia por el género y ofreciendo a Marta un interlocutor simbólico en los momentos de soledad. En pantalla, Coixet presenta estas conversaciones como caprichosas y excesivamente sentimentales. El recurso parece poco desarrollado, dejando al espectador desconcertado sobre su propósito.
En última instancia, Tres adioses supera sus defectos gracias a la solidez de su material original. Quizá no reinvente el cine de Coixet ni escape a la sensación de familiaridad que planea sobre gran parte del melodrama italiano, pero sí ofrece una despedida conmovedora: a Murgia, a Marta y al frágil pero luminoso regalo de la vida.
Tres adioses es una coproducción italo-española producida por Cattleya, Ruvido Produzioni, Bartlebyfilm, Buenapinta Media, Bteam Prods, Colosé Producciones, Perdición Films, Apaches Entertainment, Tres Cuencos AIE, Vision Distribution y RTVE. Vision Distribution también se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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