Crítica: Amoeba
por David Katz
- El perspicaz primer largometraje de Siyou Tan sigue a cuatro adolescentes singapurenses que luchan contra el conformismo social formando una pandilla de chicas

Tal y como la directora Siyou Tan y su directora de fotografía Neus Ollé filman en Amoeba [+lee también:
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ficha de la película], la experiencia contemporánea de ir al instituto nunca había resultado tan inquietante en lo visual. Dondequiera que cursaras el instituto, o a juzgar por sus representaciones habituales, especialmente en el cine estadounidense, puede que fuera en ocasiones angustiosa, pero nunca tan distópica y alienante como aquí la capturan las cineastas, con pasillos interminables que se prolongan hasta el infinito, todos pintados con un blanco institucional. La fuerza vital que enfrenta a esto se encuentra en su protagonista, Choo (Ranice Tay), y en la solidaridad y la camaradería que halla en tres amigas íntimas de su clase. Estrenada en la sección Discovery de Toronto, es otra señal de una cineasta singapurense – tras los trabajos de Yeo Siew Hua y Anthony Chen – de que algo no marcha nada bien en esa ciudad-Estado insular.
El cine de autor de Asia oriental, especialmente el procedente de China continental, suele girar en torno al descubrimiento de la historia o a representar el presente como algo histórico; en Amoeba, Singapur parece empeñada en borrar cualquier rastro de su pasado, y el entorno construido de rascacielos de vidrio y homogéneos edificios residenciales también lo simboliza. Desde la boyante economía del país hacia abajo, escuelas como la elitista Confucian Girls’ Secondary School del filme son auténticas fábricas para producir a la próxima generación de funcionarios y tecnócratas. Cuando Choo entra en su primer día en la clase 4.10 (hasta el “nombre” numérico resulta ominoso), es inmediatamente amonestada por llevar el pelo casi rozándole el cuello; luego la obligan a presentarse a unas elecciones a representante estudiantil, donde sus acerbas críticas a la cultura de la autoridad del centro fuerzan a los organizadores a amañar los resultados. Pero, pese a que el guión se inspira directamente en la propia adolescencia de Tan, con todo el extrañamiento y la soledad que sintió, la audaz estilización visual y la hiperbolizada representación de la disciplina escolar se antojan aun así excesivamente enfáticas.
Más que una panda de punkis o pasotas que se regodean en su inconformismo, Choo y sus tres amigas principales, Sofia (Lim Shi-An), Vanessa (Nicole Lee Wen) y Gina (Genevieve Tan), son con diferencia las más inteligentes de la clase, lo que en este ecosistema escolar las convierte, de forma natural, en proscritas. La limpísima fotografía digital y la arquitectura remiten a los años 2020, pero el uso que hacen de una videocámara doméstica para grabarse y registrar sus gamberradas – y la propia edad de Tan – convierte a Amoeba en otro drama ambientado en los años 2000; de hecho, las constantes transiciones a metraje SD comprimido, en un formato de imagen estrecho, también la emparentan con la película de este año Romería [+lee también:
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entrevista: Carla Simón
ficha de la película], que recurre a un motivo similar. Quizá, para esta generación, la pixelación con artefactos sea el lenguaje de sus recuerdos. Son chicas acomodadas, así que Sofia tiene chófer propio: su tío Phoon (Jack Kao), cuyas historias sobre su antigua vida de pandillero en Singapur inspiran a las chicas a grabarse interpretando una canción asociada a esa cultura. Al desconfiar de su apego a la videocámara, el profesorado acaba confiscándola, y las consecuencias para las amigas son severas.
Aun así, un extraño defecto de Amoeba reside en su contundencia retórica: la película enuncia su tesis con tanta insistencia que apenas deja espacio para respirar entre las distintas escenas y su significado subyacente. No es que determinadas caracterizaciones o la dinámica del grupo no calen; es más bien que el contexto sociopolítico se impone sobre el contenido y pasa a ser nuestra principal consideración a medida que el filme se acerca a su desenlace. Con todo, Amoeba resonará especialmente en casa y, por extensión, en la región, por su ira articulada.
Amoeba es una producción de Singapur, Países Bajos, Francia, España y Corea del Sur, llevada a cabo por Akanga Film Asia, Volya Films, Les Films d’Antoine, Mararía Films y Widelog Office. Sus ventas internacionales corren a cargo de Diversion.
(Traducción del inglés)
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