La solidaridad mundial con Palestina se refuerza en San Sebastián
por Sella Mari
- Después del gran movimiento de apoyo promocionado por Venice4Palestine en la Mostra de Venecia, el festival español también ha demostrado su solidaridad

La industria cinematográfica internacional está adoptando una postura cada vez más definida sobre la situación en Gaza y Palestina, con avances significativos y demandas específicas en festivales, mecanismos de financiación y respuestas institucionales.
Más de 4.500 artistas, entre ellos figuras destacadas como Javier Bardem y Emma Stone, han firmado un llamamiento al boicot impulsado por Film Workers for Palestine. El movimiento pide a la comunidad cinematográfica internacional que rechace el silencio, el racismo y la deshumanización, así como que “haga todo lo humanamente posible” para poner fin a la complicidad en la opresión que sufre Palestina.
El compromiso, inspirado en el precedente histórico de cineastas que se negaron a proyectar sus obras en la Sudáfrica del apartheid, solicita a los firmantes que no proyecten películas, no participen ni trabajen de ningún otro modo con instituciones cinematográficas israelíes, incluidos festivales, cines, cadenas de televisión y productoras, al considerarlas implicadas en el genocidio y el apartheid contra el pueblo palestino.
Este llamamiento se suma a la campaña dirigida a MUBI (Hey Mubi), y respaldada por directores destacados como Jim Jarmusch, Aki Kaurismäki y Miguel Gomes, para que ponga fin a su complicidad con Sequoia Capital, una empresa que ha realizado importantes inversiones en empresas israelíes de tecnología militar.
Tras la impresionante muestra de solidaridad promovida por Venice4Palestine durante la Mostra de Venecia, el Festival de San Sebastián también ha mostrado su apoyo a Palestina, con discursos de Pedro Almodóvar y otras figuras destacadas, y con invitados de renombre como la ganadora del Premio Donostia, Esther García, que lució en la alfombra roja insignias con el lema “Stop Genocide” en los colores de sandía.
Mientras tanto, la Flotilla Global Sumud, cuyos barcos transportan a activistas, médicos, periodistas y políticos, cuenta también con numerosos trabajadores del cine (como Adèle Haenel), al tiempo que hace solo unos días se celebró en Londres un extraordinario concierto, Together for Palestine, en el que participaron un gran número de celebridades.
En Israel, más de 50 destacados documentalistas israelíes han publicado una carta abierta expresando su “profunda vergüenza” por las acciones de Israel en Gaza y declarando su apoyo al boicot internacional de las instituciones culturales israelíes, calificando claramente de “masacre” y “genocidio” los actos que el Estado israelí está cometiendo en Gaza.
Sin embargo, el ministro de Cultura de Israel, Miki Zohar, anunció recortes de financiación para los premios Ophir (los galardones del cine israelí) a partir de la ceremonia de 2026, basando su decisión en los premios concedidos en la edición de este año. Calificó de “escandaloso” que el máximo galardón se otorgara a la película The Sea, un drama en árabe sobre un niño palestino de Cisjordania que arriesga su vida para ir a la playa de Tel Aviv. “La escandalosa victoria de The Sea en la ceremonia provocó indignación entre muchos ciudadanos israelíes y soldados de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) que dedican sus vidas a defender la patria”, escribió Zohar en un comunicado recogido por el periódico Haaretz.
La propia ceremonia de entrega estuvo cargada de mensajes políticos, ya que algunos ganadores lucieron camisetas negras con lemas contra la guerra, como A child is a child is a child (“Un niño es un niño es un niño”), mientras que otros mostraron imágenes de rehenes. Muchos pidieron el fin de la guerra en Gaza.
Dado que la Comisión internacional independiente de investigación de la ONU sobre los territorios palestinos ocupados ha determinado que la guerra de Israel en Gaza debe calificarse como genocidio —siguiendo el criterio de la Corte Internacional de Justicia y de decenas de asociaciones internacionales—, la respuesta de la comunidad cinematográfica refleja un debate más amplio en torno al arte, la política y la responsabilidad moral en tiempos de conflicto. El creciente movimiento de solidaridad sugiere que esta cuestión seguirá influyendo en la programación de festivales, las decisiones de financiación y las relaciones en la industria en los próximos meses.
(Traducción del inglés)
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