Crítica: L’isola di Andrea
por Camillo De Marco
- En su nueva película, el octogenario Antonio Capuano elige como de costumbre una mirada infantil para enfrentarse al drama de la separación de una pareja con un hijo

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ficha de la película], una película de tono sombrío sobre la naturaleza tóxica del patriarcado, como candidata al Óscar a la mejor película internacional, L’isola di Andrea llega a los cines nacionales el 2 de octubre de la mano de Europictures, tras su estreno fuera de competición en la edición de este año de la Mostra de Venecia. El director napolitano de 85 años Antonio Capuano se ha inspirado en una historia real para hacer esta película sobre la batalla legal de dos padres separados por la custodia de su hijo. Ya estamos familiarizados con la angustia inherente a la experiencia de la separación gracias a películas de éxito como Custodia compartida [+lee también:
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entrevista: Xavier Legrand
ficha de la película], de Xavier Legrand, Nader y Simin, una separación, de Asghar Farhadi, e Historia de un matrimonio, de Noah Baumbach. Asimismo, el hecho de que estas separaciones sean a menudo el resultado de abusos familiares y violencia doméstica queda patente en las noticias diarias.
En L’isola di Andrea, Teresa Saponangelo y Vinicio Marchioni interpretan a Marta y Guido, una pareja de Nápoles en proceso de separación que tiene un hijo de ocho años llamado Andrea (el debutante Andrea Migliucci), por el que están peleando hasta el punto de necesitar la ayuda del tribunal de menores para decidir cuántos días debe pasar el niño con cada uno de sus padres.
El punto de vista por el que Capuano ha tenido predilección a lo largo de su carrera para observar el mundo y explorar temas sociales de actualidad siempre ha sido el de los adolescentes y los niños. El director napolitano debutó en 1991 con Vito y los otros, que giraba en torno a un niño que sobrevivió a la masacre de su familia a manos de su padre. A esta le siguieron películas como Pianese Nunzio, 14 años en mayo, sobre un niño obligado por la mafia a denunciar a un sacerdote anticamorrista por pedofilia; La guerra di Mario, que pone de relieve el encuentro/choque entre un niño difícil separado de sus padres biológicos y sus padres adoptivos; y L’amore buio [+lee también:
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ficha de la película], que se centra en la violación de una chica de dieciséis años por parte de un grupo de compañeros. En L’isola di Andrea, el niño —y el público— se ve sometido a la traumática experiencia de dos padres en guerra, con la consiguiente mezcla de desarraigo, rebelión, sentimientos de culpa y lealtades conflictivas hacia sus padres. Capuano explora el mundo interior de Andrea, atrapado en esta batalla, con secuencias muy escasas, sobrias y esenciales, que revelan los intentos del protagonista por encontrar algún tipo de equilibrio en su dolor. La isla del título no es sino la marginación y el aislamiento al que se ve condenado el niño, que en el epílogo canta una canción inspirada en el país de Nunca Jamás de Peter Pan, consciente de que no hay ningún lugar donde refugiarse.
La película se desarrolla en dos dimensiones. La principal es la del tribunal de menores, donde los miembros de la familia son entrevistados por el juez y los psicólogos, que deben examinar y evaluar la idoneidad de los padres. La otra está compuesta por flashbacks que proporcionan una reconstrucción fragmentada de la historia del matrimonio y se entrelazan con las respuestas que Marta, Guido y Andrea dan en el juzgado, cada uno con su propia versión sobre el final de esa relación. Junto al malestar creciente de Andrea, se perfilan las personalidades del padre y la madre. Marta, interpretada con intensidad por Saponangelo, ha perseguido su sueño de convertirse en actriz —la vemos interpretando a Goldoni en el teatro— sin dejar de lado sus responsabilidades maternas y, tras años de matrimonio, se siente atraída por otro hombre. Guido, hijo de un padre dominante, un célebre músico, trabaja en producciones televisivas; se muestra racional y culto, pero acusa a su esposa de “no respetar la disciplina de la pareja”. Su masculinidad tóxica de manual viene acompañada de ciertos tics verbales, que a lo largo de la película revelan un trastorno de la personalidad cada vez más evidente, con riesgo de desembocar en violencia física.
Capuano opta principalmente por primeros planos y planos muy cercanos para capturar este círculo vicioso de la fragilidad humana, y todo ello gracias al director de fotografía Matteo Cocco, que rodea a los personajes antes de colocar la cámara por encima de sus hombros y nos regala algunos efectos visuales muy agradables, como el maravilloso desenfoque de una toma de Vinicio Marchioni/Andrea en un momento crucial de la película.
L’isola di Andrea ha sido producida por Mosaicon Film, Eskimo, Indigo Film y Europictures, en colaboración con RAI Cinema y Mad Entertainment. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de True Colours.
(Traducción del italiano)
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