Crítica: No Mercy
por Olivia Popp
- Isa Willinger nos invita a descubrir si las películas hechas por mujeres son más violentas que las hechas por hombres, cuestionándose fundamentos asumidos sobre el patriarcado en el mundo del cine

No hace mucho tiempo, la idea de que las mujeres crearan y proyectaran películas era bastante radical, tal y como nos recuerda un nuevo documental, No Mercy. A través de su narración y su trayectoria creativa, la directora alemana Isa Willinger nos acompaña en una investigación sobre el cine desde el punto de vista de un número sorprendente de directoras, la mayoría de ellas europeas, incluyendo tanto sus películas como sus palabras. La película se estrenó a nivel mundial en el Filmfest Hamburg a finales de septiembre y se proyecta estos días en el Festival do Rio, en el marco de la iniciativa Europe! Voices of Women+ in Film de la EFP.
Willinger parte de una directora y de una pregunta que han guiado su trayectoria cinematográfica: Kira Muratova, la difunta directora ucraniana de la era soviética conocida por su estilo idiosincrásico, que afirmaba que las mujeres son capaces de realizar las películas más crudas, duras y violentas. Pero, ¿qué significa esto realmente? La directora se propone, a través de No Mercy, descubrir precisamente eso: ¿se refiere a la violencia física en la pantalla o quizás a algo psicológicamente aterrador? ¿Y qué es realmente la violencia? ¿Se trata simplemente de representar el mundo a través de la mirada de una mujer en lugar de a través de la mirada patriarcal?
Por medio de una serie de entrevistas esclarecedoras —y a menudo impactantes— con las protagonistas, Willinger plantea la cuestión de la violencia femenina en el cine. Virginie Despentes, codirectora del clásico de culto Fóllame, afirma creer que las mujeres, por naturaleza, tienen la capacidad de realizar las películas más brutales. Algunas, como Céline Sciamma (Retrato de una mujer en llamas [+lee también:
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entrevista: Céline Sciamma
ficha de la película]), sostienen que no tienen intención de participar en la “presencia sistemática de la violencia” en pantalla, pues Sciamma no cree que sea algo productivo. Otras prefieren comprometerse de forma más subversiva, como la austríaca Valie Export, que escandalizó a los directores del sexo opuesto con su obra Tap and Touch Cinema, una mezcla de performance artística y cine en la que convierte las manos del espectador en sus ojos y le invita a colocarlas sobre sus pechos (la “pantalla”). Otras, como Ana Lily Amirpour (Una chica vuelve a casa sola de noche), señalan la misoginia implícita en la propia pregunta: “Nadie le pregunta nunca a Scorsese por qué sus personajes masculinos son siempre violentos y repugnantes”, bromea.
Aún más significativo es el hecho de que muchas de las entrevistadas recuerden una época en la que festivales como el Films de Femmes de Créteil eran realmente radicales, hace solo unas décadas, cuando las películas de las directoras no recibían apoyo ni se proyectaban y las directoras nunca tenían la oportunidad de interactuar entre ellas. En este sentido, No Mercy resulta especialmente interesante cuando Willinger utiliza el documental para devolver la voz a estas directoras y permitirles hablar de sus películas y sus historias personales en su propio terreno, a su propio ritmo.
La película se aleja en ciertos momentos de la idea inicial de Willinger sobre la afirmación de Muratova y la noción de violencia y conflicto en pantalla, lo que a veces nos lleva a preguntarnos hasta qué punto cada directora se siente realmente conectada con esa declaración más allá de los límites de la película. Sin embargo, tal vez sea precisamente ahí donde radique el mensaje: la violencia del patriarcado es omnipresente, a menudo gratuita y física, y se dirige contra las mujeres. Cuando ellas responden, cualquier gesto puede considerarse violencia, incluso cuando no es más que una lucha revolucionaria por la emancipación que acaba transformándose en algo luminoso y alegre.
No Mercy es una producción germano-austríaca de la que se han encargado Tondowski Films y FlairFilm, en coproducción con ORF Film/Fernseh-Abkommen y ZDF, y en colaboración con ARTE.
(Traducción del inglés)
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