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VARSOVIA 2025

Crítica: Hunger Strike Breakfast

por 

- El segundo largometraje del lituano Karolis Kaupinis recrea un episodio político crucial a través de una mirada íntimamente humanista

Crítica: Hunger Strike Breakfast
Paulius Pinigis e Ineta Stasiulytė en Hunger Strike Breakfast

Al igual que en su exitosa ópera prima, Nova Lituania [+lee también:
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, en su segunda película, Hunger Strike Breakfast, Karolis Kaupinis vuelve a tomar un peculiar episodio de la historia de su país y lo reinterpreta a través de la mirada profundamente subjetiva de un personaje: en la primera, era un geógrafo que ideaba la excéntrica propuesta de crear una “Lituania de respaldo” en un territorio lejano cuando su independencia se veía amenazada; en la segunda, es una presentadora de televisión desesperada que intenta recuperar su empleo y su lugar de trabajo mientras unos soldados rusos ocupan el canal de televisión local en Vilna en 1991, en un intento por detener la inevitable pérdida del control soviético.

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Ambas películas exploran pequeñas batallas privadas por la soberanía lituana, y lo que las hace atractivas es que, pese a su origen claramente político, su mirada sobre los acontecimientos es profundamente humana: centrada en la cotidianidad que a menudo queda fuera de campo cuando se despliega la “gran historia”. Además, a diferencia de la estilizada Nova Lituania (filmada en blanco y negro), Hunger Strike Breakfast, que acaba de presentarse en la competición 1-2 del 41.º Festival de Varsovia, está rodada en clave de cinéma vérité, ofreciendo una curiosa perspectiva de las realidades cotidianas de los primeros días de la libertad poscomunista en Lituania. Además, por su enfoque atmosférico, se suma a lo que parece ser una tendencia del cine lituano reciente, también presente en el éxito local The Southern Chronicles [+lee también:
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: capturar el espíritu de una época y construir cápsulas del tiempo para preservar unos recuerdos aún no desvanecidos, un resultado bastante más estimulante que la crítica política directa.

La protagonista de Hunger Strike Breakfast es la presentadora de televisión Daiva (Ineta Stasiulytė), una mujer solitaria con poco que perder, por lo que no tarda en salir a la calle cuando las fuerzas rusas ocupan la sede de la radio y televisión públicas de Lituania. De hecho, fue el único edificio afectado durante el último intento de la Unión Soviética de recuperar el poder en 1991 antes de su colapso definitivo. Acompañada por su reacio jefe Mykolas (Arvydas Dapšys), que intenta evitar problemas en todo momento, y por un compañero de la radio, más rebelde pero bastante callado, Daiva monta una protesta en una caravana que acaba convirtiéndose en una huelga de hambre, atrapada entre los indiferentes soldados por un lado y los apáticos vecinos por el otro. El actor de teatro marginado Sigis (Paulius Pinigis) se suma también a su pequeño grupo. En un principio está molesto porque despiertan a su bebé con sus llamamientos por megáfono, pero pronto aprovecha la protesta como válvula de escape para las tensiones familiares y como escenario donde desplegar su vena dramática en un psicodrama improvisado de confesiones personales. Como su ofensiva atrae poca atención y el hambre activa el modo de supervivencia, la pequeña manifestación se desinfla pronto, sin gloria, obligándoles a obedecer los impulsos de sus cuerpos en medio de la indiferencia general.

Con un desenlace ya condicionado por el curso predeterminado de la historia, el foco de la película se sitúa en la realidad privada de los personajes, y por eso las conversaciones íntimas en la caravana y en la cocina de un piso cercano se imponen sobre los grandes discursos políticos. El vecino de habla rusa y un disidente de la Lithuanian Liberty League enriquecen el retrato de una sociedad fracturada que se tambalea entre dos épocas, mientras el gesto cansado de Daiva y la familia disfuncional de Mikolas transmiten el agotamiento colectivo ante el statu quo y el anhelo de cambio. En este sentido, Kaupinis propone un retrato no heroico de un viraje político, en el que la época se plasma a través de historias de fracasos personales, soledad y alienación, mientras que las transformaciones más amplias de ese periodo sirven como telón de fondo.

Hunger Strike Breakfast es una producción de la lituana M-Films, coproducida por la checa Background Films y la letona Tasse Film.

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(Traducción del inglés)

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