Crítica: Ida Who Sang So Badly Even the Dead Rose Up and Joined Her in Song
- La ópera prima de Ester Ivakič sigue a una joven que crece en la Yugoslavia comunista, lidiando con los problemas del mundo exterior y encontrando refugio en su propia imaginación

La primera película de Ester Ivakič, Ida Who Sang So Badly Even the Dead Rose Up and Joined Her in Song, a pesar de tener como protagonista a una niña de 10 años y al hecho de crecer como tema principal, es más oscura de lo que cabría esperar de una película infantil, un género que se ha vuelto muy popular en el cine esloveno tras el éxito de Beanie [+lee también:
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La primera vez que conocemos Ida (Lana Marić en su debut como actriz), parece que tiene una vida idílica. Se está criando en el campo junto a sus dos padres, Ivana y Stanko (interpretados por Judita Franković Brdar y Matej Puc), y tiene una gran relación con su abuela (la actriz no profesional Milena Stropnik). Dan la sensación de ser una familia con dinero, y están a punto de construirse una nueva casa más grande.
Pero muy pronto empiezan a aparecer fisuras. La abuela es mayor y está enferma; ambos padres tienen sus manías y personalidades diferentes, por lo que casi nunca están en la misma página; Ida es una marginada dentro de su clase, gobernada por una cruel profesora (Lara Maria Vouk), y su única amiga y compañera marginada, Terezka (Liza Muršič, también en su primer papel), se está convirtiendo en una fanática religiosa. El fantástico mundo interior de Ida solo puede protegerla de este entorno hostil (ya que, después de todo, estamos hablando de la Eslovenia socialista, que formaba parte de Yugoslavia, en la década de los 70) durante poco tiempo; e incluso dentro de ese mundo, Ida tiene una misión que cumplir: creyendo que su voz angelical puede salvar a su querida abuela de la muerte, decide unirse al coro de la escuela. El problema es que Ida no tiene oído musical…
La trama es lenta y da muchas vueltas, mientras que algunas subtramas parecen simplemente añadidas a la historia principal, algo que puede resultar un poco frustrante durante los casi 110 minutos que dura la película. Esto es lo que cabe esperar de una adaptación de varias historias cortas de la colección Neither Voice, de Suzana Tratnik. Ivakič y su coguionista Nika Jurman tratan, al menos, de juntarlas en una misma narrativa.
Sin embargo, en Ida Who Sang So Badly… es claramente mucho más importante la atmósfera que la trama en sí, algo que podemos discernir por la pulida cinematografía de Rok Kajzer Nagode, donde abundan los paisajes de ensueño, y el suave montaje de Andrej Nagode, lleno de fundidos cruzados. La música de Alenja Pivko Kneževič y Simon Penšek, junto al sugerente diseño de sonido de Samo Jurca cumplen la misma función. También se puede decir lo mismo de la actuación de Lana Marić, que representa maravillosamente la ausencia metafórica de su personaje, mientras que las interpretaciones secundarias de Judita Franković Brdar, Matej Puc y Petja Labović son un sólido apoyo para la actriz principal y para la propia película.
Parece que Ester Ivakič quiso crear una obra que evocara emociones en el público con este debut que muestra su gran talento, pues ha conseguido alcanzar sus ambiciones hasta cierto punto. Ida Who Sang So Badly… es una melancólica y sombría película sobre hacerse mayor y los cambios que ello conlleva, que demuestra una habilidad enorme. Puede que empiece con “érase una vez”, pero sería poco realista por nuestra parte esperar un “y vivieron felices y comieron perdices” al final, ya que no hay nada que nos prepare ante una pérdida inminente, y tampoco hay nada que pueda prevenirla.
Ida Who Sang So Badly… es una producción eslovena de Temporama, en coproducción con Gustav film, RTV Slovenia y Film Factory; y en asociación con la compañía croata Dinaridi Film.
(Traducción del inglés por Selena Navarro Haro)
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