Crítica: The Altar Boys
por Fabien Lemercier
- Con la ayuda de sus amigos, un adolescente se toma por Jesús y Robin Hood en la nueva película de Piotr Domalewski, descubriendo que no es tan fácil querer hacer el bien

“Caminad como hijos de la luz”. Una pequeña localidad polaca profundamente influida por el catolicismo es el escenario que Piotr Domalewski ha elegido para The Altar Boys [+lee también:
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ficha de la película], que sigue la estela de cuatro jóvenes monaguillos unidos por la amistad. La película, recientemente galardonada con varios premios en el Festival de Gdynia (mejor película, mejor guion, mejor montaje y premio del público), ha tenido ahora su estreno internacional en competición en la 26.ª edición del Arras Film Festival.
Con temas que van desde la Carta de San Pablo a los Efesios hasta la Misa de Resurrección, pasando por un sermón que exhorta a los fieles a elegir la pureza y a erigirse en el último bastión contra las tinieblas (acentuadas por la guerra en la vecina Ucrania), el cuarto largometraje del director, especialmente aclamado por Silent Night [+lee también:
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ficha de la película] (2017) y I Never Cry [+lee también:
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ficha de la película] (presentada en la sección New Directors de San Sebastián en 2020), se desarrolla en un contexto de religiosidad muy marcado. Sin embargo, el ángulo desde el que Domalewski (que también firma el guion) aborda su historia, siguiendo a cuatro amigos adolescentes que en su tiempo libre son raperos cristianos y que deciden tomarse al pie de la letra el mensaje de la Iglesia, resulta mucho más original de lo que cabría deducir de este decorado litúrgico. Algo nada sorprendente en el contexto cultural polaco, y que arranca con un concurso regional de monaguillos que adquiere las dimensiones de un partido de fútbol.
Consternados al descubrir que la archidiócesis ha echado mano del dinero que su parroquia había recaudado para los pobres (“échale la culpa a la inflación”), Filip (Tobiasz Wajda), Gucci (Bruno Błach-Baar) y los dos hermanos Kurczak (Mikołaj Juszczyk y Filip Juszczyk) deciden restablecer la justicia sustrayendo parte de las donaciones de las arcas de la sacristía, poniéndose máscaras y repartiendo ellos mismos el dinero entre los necesitados. Pero ¿cómo se determina quién es pobre? Con esa pregunta en mente, los cuatro ladrones instalan una cámara oculta en el confesionario. Se trata de una operación arriesgada, llena de giros y contratiempos, en la que hacer el bien resulta ser de todo menos sencillo. Especialmente cuando el líder del grupo, Filip, que vive una situación complicada en casa con una madre que sufre depresión (Kamila Urzędowska), casi llega a creerse Dios y empieza a compartir ideas cada vez más radicales (“volvamos a intentarlo, podemos cambiar el mundo”).
The Altar Boys es un retrato conmovedor de la ingenuidad de la fe “infantil”, un reflejo invertido del mundo adulto que lidia con la miseria, la violencia y una realidad brutal. Ante todo, se trata de una lograda película sobre la amistad y de un sorprendente relato de iniciación cuya narrativa optimista no elude las zonas grises de la condición humana, y que navega con bastante pericia entre la comedia y el drama. Como una especie de hermano menor, en un registro muy distinto, de Disciple de Kirill Serebrennikov, la película de Piotr Domalewski se apoya además en una puesta en escena magistral y en un apartado visual espléndido, cortesía del director de fotografía Piotr Sobociński Jr., para entonar su himno a las complejidades del bien y del mal.
The Altar Boys es una producción de Aurum Film.
(Traducción del francés)
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