Crítica: Els mals noms
por Alfonso Rivera
- Marc Ortiz Prades reivindica una figura histórica intersexual repudiada por los franquistas durante la Guerra Civil, quien tuvo que luchar por convertirse en la persona digna que merecía ser

El 22.º Festival de Cine Europeo de Sevilla ha acogido el estreno mundial de la ópera prima del catalán Marc Ortiz Prades, Els mals noms, en la sección Rampa, apartado dedicado a los nuevos talentos. Al término del certamen, la película se hizo con dos galardones: el Premio AC/E a la Mejor Dirección de Película Española, y el Premio Ocaña a la libertad, otorgado a una obra audiovisual que aborde temas relacionados con el colectivo LGTBIQ+.
Rodada en los lugares auténticos entre Cataluña y Levante donde vivió la persona real en que se basa la película, y construida a partir de la herencia oral recibida por el propio director por parte de familiares (su abuela fue modista del protagonista) y conocidos, Els mals noms se centra con sumo respeto en la figura de Florencio, conocido popularmente como “La Pastora”. Un hombre intersexual nacido el 1 de febrero de 1917 que, con el apoyo de su humilde familia, vivió más de 30 años como mujer, perfectamente integrada en su pueblo, hasta que se atrevió a ingresar en la guerrilla para huir de la Guardia Civil durante los aciagos años de la Guerra Civil. Algo que la propaganda franquista utilizó para convertirle en el chivo expiatorio perfecto a quien acusar de todos los crímenes sin resolver de la zona. Así, Teresa y posteriormente Florencio se convirtió, muy a su pesar, en una leyenda negra que todavía perdura en el imaginario colectivo.
Tres actores encarnan a este personaje en diferentes momentos de su vida. Adrià Nebot, Álex Bausá y Pablo Molinero, ataviados de negro para disimular un cuerpo del que se avergonzaba, le dan vida durante la infancia, la juventud y la edad adulta, respectivamente, en un largo de estructura episódica, donde cada uno de los apartados corresponde a una etapa vital y a un nombre distinto por el que se conoció al protagonista.
Con la fotografía tenebrista de Alberto Bañares que acentúa la oscuridad de unos años de silencio, huida, violencia y discriminación, Els mals noms posee las hechuras de un western, con clara herencia de John Ford, pues en muchas ocasiones el personaje aparece encuadrado a través de puertas y ventanas, constreñido en su intento de ser él mismo y disfrutar de su merecida libertad, a lo que también contribuye el empleo del formato 4:3.
De este modo la cinta, según se va liberando de sus cadenas el protagonista, se convierte en un emocionante, orgulloso y sentido homenaje a la diferencia, destilando un respeto mayúsculo por una persona que tuvo que luchar por encontrar su sitio e identidad, pues no encajaba en las etiquetas sociales que muchos necesitan emplear ante el miedo que les supone enfrentarse a la diferencia.
Els mals noms es una producción de Admirable Films, TV ON Producciones y Lamalanga Produccions.
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