PELÍCULAS / CRÍTICAS España / Francia
Crítica: La isla de los faisanes
por Vittoria Scarpa
- El primer largometraje del director vasco Asier Urbieta, ambientado en la isla de los Faisanes, se hace interesantes preguntas y arroja luz sobre una realidad sociogeográfica poco conocida

La Isla de los Faisanes es un islote que se encuentra en el río Bidasoa, en la frontera entre el suroeste de Francia y el País Vasco. Se considera el condominio más pequeño del mundo, ya que es administrado seis meses por un país y seis meses por el otro. Para pasar de Francia a España, y viceversa, basta con cruzar un puente que está constantemente vigilado por la policía. Por ello, hay migrantes que, para entrar en Francia sin documentos, se lanzan al agua con la esperanza de alcanzar sanos y salvos la otra orilla del río. Allí nos lleva La isla [+lee también:
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ficha de la película], la ópera prima del vasco Asier Urbieta, director y guionista multipremiado por su corto Pim Pam Pum y conocido por la exitosa serie de televisión Altasu. Estrenada en el 48.º Festival de Gotemburgo el pasado enero, la película, que parte precisamente de estos dramáticos cruces fronterizos a nado, acaba de recibir el premio del público del 30.º Festival Linea D’Ombra de Salerno, donde competía en la sección Passaggi d’Europa.
Los aplausos espontáneos en la proyección de Salerno, antes incluso de que terminara la película, fueron una clara señal de la implicación emocional del público. La historia sigue a una pareja interracial, Laida (Jone Laspiur, ganadora del Goya a la mejor actriz revelación) y Sambou (Sambou Diaby, actor de teatro y televisión), que viven felices junto a la isla homónima, dividida por una línea invisible que, en la práctica, marca la primera frontera del Viejo Continente con la que se topan quienes migran de África a Europa. Un día, paseando junto al río, ven a dos personas en el agua, claramente en apuros. Laida no se lo piensa dos veces y se lanza a ayudar, pero Sambou se queda paralizado, mirando. Con gran esfuerzo, Laida logra poner a salvo a uno de los chicos, mientras que el otro (el amigo con el que cruzaba) es arrastrado por la corriente y desaparece. Laida no entiende por qué Sambou no reaccionó; él tampoco sabe explicarlo. Ya nada volverá a ser igual entre ellos.
¿Cómo puede una pareja lidiar con una crisis moral de este calibre? ¿Cómo puede Laida mirar a los ojos a Sambou y no pensar en que su novio no hizo nada ante un ser humano en peligro y que, con toda probabilidad, tampoco habría movido un dedo para salvarla a ella si hubiera llegado el caso? Este dilema, que recuerda a Force Majeure, de Ruben Östlund, recorre sutilmente toda la película, que acaba abarcando otros temas más amplios (la hospitalidad, la solidaridad y los prejuicios) y se desarrolla como un thriller, a medida que Laida se implica cada vez más emocionalmente y decide llevar a cabo su propia investigación para dar con el chico al que salvó (interpretado por el actor maliense Ibrahima Kone) y averiguar qué fue del otro joven perdido entre las aguas.
Ambientada en esta extraña tierra fronteriza, donde la policía solo te para si eres negro y donde el hallazgo de cuerpos ahogados forma parte de una rutina triste pero habitual, La isla de los faisanes es una película que merece ser vista, porque plantea preguntas que nos interpelan (“¿Qué harías en su lugar?”, parece preguntarnos el autor), porque arroja luz sobre una realidad sociogeográfica poco explorada y porque añade insospechados toques poéticos a su enfoque fundamentalmente realista (con dos gigantes de papel maché jugando un rol central), que despierta emociones y ensancha la mirada.
La isla de los faisanes es una producción de las españolas Arcadia Motion Pictures, La Tentación Producciones y Galatea Films, en colaboración con La Fidèle Production (Francia). Latido Films se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del italiano)
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