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BLACK NIGHTS 2025 Competición

Crítica: LifeLike

por 

- El tercer largometraje de Ali Vatansever explora la mortalidad y la evasión digital en forma de un drama híbrido sobre la familia con algunos defectos pero aún así conmovedor

Crítica: LifeLike

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, que se estrena en la competición principal de la 29.ª edición del Festival de Black Nights de Tallín, el director de cine Ali Vatansever sumerge a los espectadores en una familia en caída libre, dividida entre la crudeza de una enfermedad terminal y los brillantes espejismos de un mundo virtual. De manera interesante, la tercera película de ficción del director se mueve entre los estrechos interiores de Estambul y las vistas de neón de VRChat, lo que teje un drama que es a su vez íntimo, experimental y desigual en su contenido emocional.

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Izzet, de diecinueve años (interpretado por el talentoso Onur Gözeten), ha recibido un pronóstico sin margen para la esperanza. Confinado con sus padres, con dolor en los huesos y el tiempo pasando rápidamente, se refugia en VRChat, el único sitio en el que su cuerpo no lo traicionará. En el fantástico reino de la plataforma baila, bromea y construye una realidad que se aleja bastante de las rutinas médicas que definen sus días. Fabrica una pareja digital, deambula por paisajes creados por él mismo e intenta, con creciente urgencia, experimentar fragmentos de la juventud que la enfermedad le ha quitado.

Sus padres se han quedado luchando con su declive de formas muy diferentes. Reyhan (Esra Kızıldogan), incapaz de enfrentarse a lo que le viene, se reinventa a sí misma como una personalidad radiante en internet, transmitiendo vídeos optimistas a sus fieles seguidores mientras, en privado, cae en una espiral de superstición. Se aferra a rumores sobre hierbas milagrosas y rituales convencida de que quizás la salvación estará escondida en algún lugar entre los remedios caseros y el scroll infinito. Su marido Abdi (Fatih Al), un autobusero melancólico, se retira casi por completo. Pasan largos ratos en los que casi ni habla y que Vatansever capta de perfil o en sombra, como si se encogiera ante el mundo. Solo se perfila su dilema moral cuando empieza a buscar ayuda profesional.

Vatansever, que es educador y usuario de VR, enfoca el material con una ambición estilística. La paleta visual híbrida, —el grano de la vida cotidiana contrasta con los ambientes fluorescentes de la VR que protagonizan actores que actúan como sus propios avatares—, crea un sentido de porosidad entre lo físico y lo digital. La integración es extraordinariamente fluida a nivel técnico, y el contraste con la realidad beige de la familia y los saturados paisajes oníricos de Izzet proporciona una fuerte columna vertebral conceptual a la película. Sin embargo, este mismo recurso mantiene ocasionalmente al espectador a distancia, suavizando las texturas emocionales que la historia exige que afrontemos de frente.

La película gira en torno a una pregunta imposible: ¿Cómo es el amor paternal cuando lo único que quiere el hijo es libertad? El giro de guion llega tras un intento fallido de suicidio, lo que impulsa a Abdi a actuar. En uno de los desarrollos más efectivos de la película, transforma su autobús escolar en un refugio móvil y lleva a su hijo en una última excursión a la montaña en la que se supone que crece la planta mítica curativa de Reyhan. A medida que padre e hijo se acercan cada vez más a un acuerdo tácito, la VR y el imaginario de la acción real se empiezan a fusionar, no como espectáculo, sino como una metáfora visual del límite que colapsa entre la esperanza y la rendición.

Las actuaciones de los tres personajes están muy bien trabajadas, y en concreto, el retrato contenido de la IA de un hombre machacado por la impotencia. Sutiles pizcas de ironía se intercalan a lo largo de la película para crear un efecto encomiable. Sin embargo, el ritmo de la película flaquea en la escena central y en la narrativa de Reyhan que, aunque sea rica en cuanto a temática, a veces cae en la repetición.

Aun así, LifeLike destaca por su acercamiento formalmente arriesgado de un asunto delicado. Puede que la mezcla de mundo digitales y corpóreos no resulte perfecta, pero el deseo de Vatansever de traspasar los límites estéticos y éticos del drama familiar convierte a la película en una propuesta distintiva dentro de la selección de Tallin.

LifeLike es una producción de Terminal Film (Turquía), Aktan Görsel Sanatlar (Turquía), Foss Productions (Grecia) y Da Clique (Rumanía).

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(Traducción del inglés por Paula Gomis Montiel)

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