Crítica: The Kartli Kingdom
por Savina Petkova
- En su primer largometraje documental, el dúo georgianofrancés formado por Tamar Kalandadze y Julien Pebrel pasan varios años junto a los residentes en exilio de un viejo sanatorio de Tiflis

“Nosotros, los refugiados de Kartli”, así es como la gente que ha vivido en un sanatorio de Tiflis con ese nombre durante 30 años, desde las guerras civiles en Georgia en los años 90, se describen a sí mismos. Esta frase está sacada de una protesta en la que defendían que sus derechos se escucharan y se apoyaran, captada de forma impávida en el documental The Kartli Kingdom [+lee también:
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ficha de la película], que se estrenó en la competición internacional del festival IDFA, en el que ganó tanto el premio a Mejor dirección como el premio a Mejor ópera prima (véase la noticia). The Kartli Kingdom, codirigida por el dúo georgianofrancés formado por Tamar Kalandadze y Julien Pebrel, dibuja un íntimo retrato de una comunidad desplazada en su fase terminal a través observar y ser testigos de sus vidas diarias. Kalandadze y Pebrel fueron directores y sonidistas para asegurar de que el montaje no fuese invasivo, sino más bien alentador.
Como testigos silenciosos, los directores y la cámara abrazan las historias de los habitantes; desde haber sido expulsados de Abjasia hasta encontrar lo que parecía un refugio temporal en un sanatorio para gente con problemas cardíacos. Aunque los directores tienen cuidado de no simplificar sus historias de exilio al ponerlas en una línea del tiempo, The Kartli Kingdom —que es también el nombre que recibía Georgia en tiempos medievales— logra un equilibrio muy fino y encomiable al presentarse como un documento histórico no lineal, sin cosechar nostalgia del pasado. Sin embargo, desde el principio de la película se cierne un pesado sentimiento de duelo, cuando nos enteramos del trágico suicidio de Zurab, de 52 años, quien “se sentía como una hoja, con todo el mundo mirando”. Un acto de sacrificio impulsa a la comunidad a luchar por (y, de alguna forma, en contra de) su hogar en ruinas, incluso cuando la cámara muestra una cavidad que divide el edificio por la mitad. El derrumbe es inminente, y es el momento de actuar; aunque los oficiales, que están presentes en las llamadas que nunca llegamos a escuchar, permanecen impasibles.
Con un encuadre 4:3 y rodada de manera que resalta las texturas del edificio como si fueran una metáfora del terreno plagado de traumas de la psique, The Kartli Kingdom está plagada de planos fijos de las paredes de hormigón desnudo y desconchado y los suelos irregulares, junto con sus charcos y agujeros, a medida que el paso de las estaciones los desgasta. “Todo estaba limpio y ordenado”, recuerda un residente que habla del estado del sanatorio hace 26 años, “e incluso había una alfombra”. Sin embargo, esto es lo más nostálgico que se puede sacar de la película, ya que los directores saben que no sirve de nada intentar retroceder en el tiempo, ni siquiera cuando entrevistan al habitante más anciano de Kartli. En lugar de eso, prefieren forjar un espacio en el que el pasado pueda residir y hablar por el mismo; el archivo.
Lo que eleva a The Kartli Kingdom por encima de un documental observacional convencional y bien estructurado, es el ingenioso enfoque que adopta para superponer capas (ya sean historias, recuerdos o archivos), que aún así muestra un profundo entendimiento de la arquitectura del trauma. En la película, se muestran las grabaciones personales en VHS de las bodas de los habitantes en espacios comunes, y algunas de las imágenes de los directores se adaptan a la estética del archivo sin dar a entender que están en el mismo plano. En su ópera prima, Kalandadza y Pebrel ya exhiben un método que es paciente y atento, ante todo, con el pueblo Kartli, pero también con su lugar de residencia; un lugar ambivalente que se ha convertido ahora en casa.
The Kartli Kingdom es una producción de Sakdoc Film (Georgia) y Habilis Productions (Francia). Square Eyes se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés por Paula Gomis Montiel)
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