BLACK NIGHTS 2025 Critics’ Picks
Crítica: China Sea
por Olivia Popp
- En su segundo largometraje, Jurgis Matulevičius se embarca en un ambicioso relato intercultural que se centra en un antiguo campeón de artes marciales y sigue el estilo noir báltico

El protagonista del segundo largometraje del director lituano Jurgis Matulevičius, China Sea, está entre la espada y la pared. Tras caer en desgracia por culpa de una pelea callejera que salió mal y lo dejó sin hogar, el campeón de boxeo y estrella emergente Osvald (Marius Repšys) debe decidir qué hacer a continuación. Matulevičius ha estrenado mundialmente China Sea en el Festival Black Nights de Tallin, seis años después de su ópera prima, Isaac [+lee también:
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Entramos en la historia cuando Osvald es acogido por Ju-Long (el actor taiwanés Jag Huang), un inmigrante taiwanés propietario de un restaurante local. La amistad entre Osvald y Ju-Long se basa en una especie de reconocimiento mutuo del trauma y el dolor, donde la vida del segundo está lastrada por una fuerte deuda con mafiosos locales, obligado a “devolver” lo que debe de formas diversas y truculentas. Mientras Osvald intenta recomponer su vida, acude a terapia de grupo, donde conoce a una misteriosa mujer llamada Skaistė (Severija Janušauskaitė), y consigue trabajo entrenando a jóvenes boxeadoras en un gimnasio local.
De manera impresionante, ganándose la etiqueta de “cine negro báltico”, la película se inclina hacia la crudeza del invierno lituano a través de la lente del director de fotografía Bartosz Świniarski, que además tiñe la película de intensos tonos azules. China Sea, que hace referencia al nombre del restaurante taiwanés, arranca con una premisa intercultural emocionante, pero cae víctima de su propia ambición. Repšys interpreta con gran entusiasmo al atribulado Osvald y sus problemas de control de la ira, convirtiéndolo en un personaje con el que resulta fácil empatizar. Sin embargo, su arco romántico con Skaistė se siente incompleto y empieza a quedar relegado a medida que otros aspectos de la narrativa cobran protagonismo, hasta un final explosivo pero igualmente sombrío.
Una serie de peculiares decisiones musicales y de diálogo se apoyan en la delgada línea entre aportar textura a la película y exotizar a Ju-Long y a la diminuta comunidad asiática que, en esencia, se refugia en este restaurante, a resguardo de la desolación que les rodea. Las formas en que se retrata a la familia taiwanesa dejan entrever una extraña orientalización de los personajes asiáticos, aunque sea de manera involuntaria, sobre todo en lo relativo a cómo se expresan. Huang, el intérprete asiático más conocido de la película, hace lo que puede con el personaje, pero el público puede quedarse con una sensación de incomodidad por el trato que reciben tanto él como otros personajes en pantalla a lo largo de la historia.
China Sea es una coproducción entre las lituanas Film Jam y Con Artist, la taiwanesa MA Studios, la polaca Lava Films y la checa Bionaut.
(Traducción del inglés)
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