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BLACK NIGHTS 2025 Competición óperas primas

Crítica: Sunday Ninth

por 

- El primer largometraje de Kat Steppe es una conmovedora reflexión filosófica sobre la memoria y la reconciliación, sostenida por un excelente dúo protagonista

Crítica: Sunday Ninth
Peter Van Den Begin y Josse De Pauw en Sunday Ninth

La directora belga Kat Steppe ha hecho un debut emotivo y profundamente humano con Sunday Ninth [+lee también:
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, que se ha estrenado en la Competición de óperas primas del Festival Black Nights, donde ha recibido un premio especial del jurado. La película, que es una mezcla entre drama, comedia dramática y un retrato de la sociedad, indaga el frágil terreno de la pérdida de memoria mientras traza una improbable reconciliación en la vejez. El resultado es un obra conmovedora y bien calibrada sustentada por dos interpretaciones excepcionalmente compenetradas y un tranquilo pulso filosófico que va ganando resonancia a medida que avanza la historia.

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Steppe comienza con una cita de John O’Donohue —“hay un lugar en el que nuestros recuerdos desaparecidos se esconden en secreto. El nombre de aquel lugar es la memoria”—, que es una señal de su intención: explorar la memoria no de forma cronológica sino como verdad emocional. Esta premisa se desarrolla mediante Horst (interpretado por Josse De Pauw), un hombre mayor cuya vida está marcada por pasos en falso y lamentaciones, que ahora vive en una residencia mientras el alzhéimer desarma su pasado de forma continua. Su hermano Franz (Peter Van Den Begin), que ha estado ausente durante treinta años y vuelve de repente por razones que en parte son económicas y en parte existenciales, se inmiscuye en este frágil microcosmos en busca de alguna especie de herencia, pero quizás de forma involuntaria, en busca de un ajuste de cuentas.

La dinámica que se desarrolla entre ambos es el activo más potente de la película. Steppe estructura sus encuentros como confrontaciones casi constantes, subrayados visualmente por la fotografía de Renaat Lambeets, que con frecuencia coloca a los hombres uno frente al otro o uno al lado del otro en composiciones ajustadas, casi como piezas de cámara. Esta tensión espacial refleja de forma efectiva su limbo emocional: dos vidas que se desarrollan de forma paralela, que en ocasiones se tocan y casi nunca se fusionan. Sus flashbacks —salpicados mediante la historia e integrados de forma elegante—, arrojan luz de forma gradual a una historia con sombras marcada por la envidia, el cariño, la traición y heridas escondidas. Una novia despechada, una madre perdida en Lourdes, los restos de antiguos resentimientos: cada recuerdo aparece como un faro en la oscuridad, iluminando lo suficiente para inquietarnos sin revelar completamente todo el panorama.

El ritmo está controlado y deliberado, permitiendo que estos fragmentos se acumulen hasta que la narrativa se convierte en un territorio más filosófico. La presencia en la película de otros residentes que viven en la residencia ayuda a esta evolución. Sus gestos, rutinas e intervenciones breves no funcionan como una textura de trasfondo sino como contrapuntos morales que nos recuerdan la universalidad, y la soledad de la vejez. La escena final, que se impulsa por su presencia colectiva, aterriza con una silenciosa pero profunda fuerza emocional.

Técnicamente, Sunday Ninth presume de una sutil elegancia. La partitura de Pieter Van Dessel es conmovedora y calmada, sin sobrepasar nunca las interpretaciones, pero moldeando suavemente el clima emocional. El diseño de producción de Gert Stas se decanta por colores apagados y texturas naturales que refuerzan el tono melancólico de la historia, mientras que la edición de Jan Van Der Weken mantiene la delicada interacción entre el pasado y el presente con suficiente fluidez y coherencia.

Aquello que distingue el debut de Steppe no es tanto la novedad narrativa como la sensibilidad con la aborda sus temas. Sunday Ninth reconoce que la memoria nunca es un archivo fijo sino una constelación cambiante de verdades y heridas, y que cuando llega la reconciliación, normalmente lo hace de forma imperfecta. El resultado es una ópera prima tierna y perspicaz que permanece en nuestra memoria mucho más allá de su último fotograma.

Sunday Ninth es una producción de las belgas Paneka y VRT y la neerlandesa de Isabella Films.

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(Traducción del inglés por Paula Gomis Montiel)

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